P.19 CONCILIACIÓN
Arranca Bihotz Mujeres en Onda aquí en Radio Onda Aragonesa, ya es jueves y empezamos un programa “peliagudo” por decirlo así. Esa es mi definición.
Hoy estoy acompañada de tres mujeres que vienen a decir las cosas muy alto y sin pelos en la lengua. A mi derecha, ya es otra de las que se va a ganar el carnet VIP porque nos ha venido a hablar en varias ocasiones, ella es María Requelme, educadora infantil y fundadora de “Viviendo con peques”.
¡Buenos días María!
María: ¡Buenos días! Encantada de estar aquí.
Enfrente tengo a Lorena Aznar, directora de “Lorena Aznar: formación y coach». ¿Cómo estás Lorena?
Lorena: ¡Buenos días!
Por otro lado tenemos a Mónica Anchelergues, responsable del portal “Con peques en Zaragoza”, profesional de marketing y publicidad.
¿Qué tal estás?
Mónica: Hola. ¡Muy bien!
¿Y de qué vamos a hablar?
De un gran tema. Solo tenemos 55 minutos según el reloj que tengo aquí, y es de conciliación. Hago hincapié al tiempo porque esto da para mucho.
Antes de empezar y antes de hacer preguntas, que yo sé que hay gente que está preparada para contarme cosas, quiero dar datos, porque esto al final es relevante.
- Tres de cada cuatro mujeres se ven afectadas en su vida laboral cuando son madres.
- El 53% de las mujeres autónomas buscan la flexibilidad laboral trabajando por su cuenta.
- Siete de cada 10 se sienten solas ante la crianza de sus hijos.
- Y una de cada cuatro mujeres ha renunciado a todo o parte de su trabajo por cuidar a sus hijos en la pandemia.
Antes de ponernos a hablar, a debatir, a decir, a protestar, hay que definirlo. Con tantos mensajes, al final, se nos pierde la definición de lo que es.
¿Qué es la conciliación?
Para eso tengo aquí una persona que ha venido mega preparada con su definición. Lorena, ¿qué es la conciliación?
Lorena: La definición, utopía total, es el equilibrio existente entre una vida profesional y personal. Eso sería lo que sería conciliar, lo ideal, entre hombre y mujer, entre padre y madre o entre parejas que estén conviviendo y tengan responsabilidades con hijos o incluso con otros familiares.
U otros seres en esa casa. Al final, los perros, pobrecitos míos, tienen que salir de vez en cuando también.
Lorena: Exacto
¿Y vosotras chicas, María, Mónica?
María: Primero, diría utopía, y luego, estoy de acuerdo con lo que decía Lorena. Venía pensando además, que es que conciliar con hijos es muy difícil, pero no solo abarca la conciliación como madres o como padres, sino en general; hay gente que no tiene hijos y pasa todas las horas que está despierto trabajando. Al final, yo creo que sería eso de recordar, que trabajamos para poder vivir, pero que no vivimos para trabajar.
Hay que decirlo, parece que estemos viviendo para trabajar porque es lo que te da el dinero, con ese dinero haces, entonces, es una pescadilla que se muerde la cola constantemente.
Mónica, ¿tú qué piensas de la definición de conciliación?
Mónica: Yo opino lo mismo. Lo primero, que es una utopía que es muy difícil de alcanzar. Un tema que llevamos muchos años tratando y que entendemos que no estamos avanzando, sobre todo, es un derecho; un derecho que tenemos todos a conciliar vida familiar, a conciliar lo que decías, del cuidado de la mascotas, a tener vida.
Igual hay gente que se ha sorprendido cuando he dicho lo de mascotas. Yo que las tengo, pero si que es verdad que la gente que no tenga hijos igual tiene un perro y ese perro el pobre podemos entender que no puede estar ocho ni diez horas encerrado en una casa mirando una mosca que hay por ahí…
Al final, cada uno tenemos nuestras necesidades y que dentro de conciliar yo creo que hay un apartado que es cubrir nuestra necesidad de ocio, libertad, deporte, que tantas veces hemos hablado en el programa, que todas esas necesidades tenemos que cubrirlas en algún momento y yo creo que dentro del tema de la conciliación le podemos dar cabida a muchas de ellas.
Yo hace bastante tiempo (y desde aquí le mando un beso a Eva de Arte a bocados) lancé un post en redes sociales que se llamaba “Concilias o trabajas”, y me acuerdo que me hizo un guiño de que que bueno, o haces una cosa o la otra, porque vamos, yo no sé vosotras, pero yo lo de trabajar conciliando… No sé explicarme, si alguna lo habéis hecho y os ha ido bien, por favor, decirme cómo.
María: No se puede. Creo que de hecho en la pandemia se vio claro, porque muchas veces de cara a la autónoma que trabaja en su casa es como: “ah bueno, tu trabajas en casa, te puedes organizar con tus hijos”. No, o estoy cuidando a mis hijos o estoy trabajando, pero las dos cosas a la vez es que no haces ninguna bien. Entonces, por un lado está la parte de vivir, conciliar y vivir tu vida y por otro lado la de trabajar, pero claro, cada vez trabajar tiene menos límites en nuestro día y al final cuando no estás trabajando físicamente (sobre todo las autónomas) estás trabajando mentalmente.
¿Vosotras de qué equipo sois, Lorena y Mónica? ¿De conciliar, del de trabajar, de cual?
Lorena: Yo llevo teletrabajando desde hace muchos años. Es más, mi segundo libro se llama “Teletrabajo y conciliación: herramientas para no desesperar”, y es cierto que el teletrabajar y conciliar es descubrir tu propia fórmula, ósea, no hay una formula definida para cada una de las mujeres o personas que estén teletrabajando o trabajando y conciliando.
Yo soy de esas mujeres que dices que de una de cuatro ha renunciado a todo para cuidar a sus hijos, pero fue por despido.
Peor aún, que no fue por decisión propia…
Lorena: Exacto.
Pero es cierto que yo renuncié a todo durante muchos años. Y cuando yo empecé a trabajar dije: debo pensar en esa conciliación, es decir, no quería perderme. Es lo que dice María, no te quieres perder cosas de tus hijos, pero tu cabeza como emprendedora o como empresaria empieza a dar vueltas y vueltas y muchas veces no sabes cuando parar. Por eso es importante cuando trabajas, fijarte ese horario y luego ya intentar decir: venga, ahora voy a estar con mis hijos a conciliar.
Creo que depende también de la persona que te está acompañando.
Sí. Y de ti, ósea, me refiero, muchas veces recae mucho peso en es que el que tienes al lado tiene que conciliar ambas partes y saber encajar, pero aquí yo creo que los cinco que estamos nos llevamos el trabajo, aunque lo tengamos en casa, más a casa, al terreno de: es que mi cabeza sigue pensando aunque esté con mis hijos. Igual los estoy viendo en el parque y mi cabeza está en otro lado.
Mónica, ¿tú cómo lo llevas?
Mónica: Yo lo llevo bastante regular.
Justo esta semana mi hijo de seis años me hizo un comentario que me dejó un poco muerta, porque estábamos hablando de que había que cuidar las plantas porque se habían cargado una jugando al fútbol en casa. Es un ser vivo, hay que cuidarlo, y me soltó:
Tú no nos cuidas”.
Y yo: ¿Cómo?
A ver, nos das de comer, pero el resto del día estás trabajando”.
¡Ostras!, es verdad.
Iba a decir un taco, pero no, es un guantazo de realidad…
Mónica: Sí.
Luego estuve hablando con él:
¿Pero tú siempre piensas que es así?
No, pero muchos días sí, el ordenador siempre está encendido, tienes el móvil…”
Y realmente si que es verdad, muchas veces estoy con ellos y me he ido hasta en el teatro y estoy mirando de reojo un poco los mails. También depende un poco de nosotros ponernos unos límites y decir hasta aquí. Este año en septiembre me dije “a las 5:00 se apaga el ordenador”, pero realmente no lo estoy consiguiendo otra vez…
Muchas veces cuando hemos hablado con psicólogos, con coachs, hay que marcarse metas, pero tampoco fustigarse por no poder conseguirlas, porque ya creo que hay una presión social que nos agobia, que nos limita, que nos pone de cara a la pared, si encima nosotros mismos estamos pegándonos fustigazos porque en un momento dado no puedes, porque quieres… es un poco complicado. Vosotros que además estáis más cerca de las familias, María y Lorena, de cara a poder darles herramientas, no sé,vosotros percibís esa sensación de las familias, de los padres, de las madres, de todos, ¿no?
María: Si, es que por un lado (y esto creo que nos atañe un poco más a las mujeres) queremos llegar a todo, quieres ser la madre perfecta, la empresaria perfecta, la que te manda alguien un mensaje y no puedes tardar ni un segundo en responder…
Perdona que te interrumpa. ¿Quieres o la sociedad te hace que tengas que serlo?
María: Nos han hecho creer mucho tiempo, pero en cambio tú comprendes a los demás. Yo, por ejemplo, le puedo mandar un mensaje a Lorena y entiendo que si son las seis y no me responde es porque puede estar con su familia. En cambio yo es esa presión que al menos con los años me he ido quitando muchas veces. Que luego es lo que dice Mónica, pero, por ejemplo, te pones mala, o se pone malo tu hijo, o alguien en la familia y dejas todo por eso… ¡Ostras! En vez de llegar al límite, vamos a intentar ser un poco conscientes: “Oye, que yo estoy aquí hoy, pero es que mañana no sé si voy a estar”.
¿Qué quiero realmente?, ¿qué me quiero llevar?
Que sí, que tengo que trabajar, pero, ¿qué me quiero llevar?
Estar con mis hijos, haber disfrutado del teatro, del cine… Y si a alguien no le parece bien… Pero realmente muchas veces como que nos han educado para ser perfectos y estar siempre al servicio de los demás.
Lorena: La inmediatez también. La inmediatez que buscamos. Yo, por ejemplo, con las familias sí que cuando trabajo, y, sobre todo, el tema del tiempo, porque es lo que más: “No tengo tiempo”
Sí, la gestión del tiempo es lo más complicado.
Lorena: Sobre todo cuando estás trabajando y conciliando es importante marcar unos límites, saber que no estás 24/7 disponible como dice María, y que tienes que limitarte esos horarios: a tal hora dejo ya y voy a invertir tiempo en mi familia.
Dejamos de lado nuestro momento profesional y también necesitamos ese momento personal para estar bien trabajando.
A eso iba ahora, porque muchas veces es: no, lo tengo que hacer porque tengo que cumplir unos plazos, porque lo tengo que sacar, porque esto tiene que tener, porque si no… Al final, muchas veces repercute en otras personas. Y ahí tenemos la base del respeto hacía esa persona que está esperando, pero a quien no respetamos es a nosotros porque nos vamos (yo supongo que como vosotras) al límite, hasta cuando ya el cuerpo te dice: “ahora vas a descansar porque te lo digo yo”.
Supongo que habrá pasado en alguna jornada de decir de esto he aprendido, pues porque he estado a fuego, porque tenía que pasar este evento, este libro… Y de repente, zasca, me pongo mala… ¿No os ha pasado alguna vez de caer en eso?
María: Si, a mí después de los dos congresos presenciales en Zaragoza me pasó, al día siguiente estaba mala o bajones de tensión. Ósea, el cuerpo al final avisa y es como: “bueno, pues si tu no te cuidas te voy a cuidar yo”. Es lo que decías antes, muchas mujeres emprenden para cuidar a sus hijos, pero luego por estar emprendiendo no cuidas a tus hijos, entonces, es como una rueda que no sabes donde parar.
Ahí, además, quería llegar y quería preguntaros. Vosotras, Lorena antes contaba que había sido por un despido, en vuestros casos, ¿habéis emprendido por sueño o por necesidad? De decir: es que necesito emprender para poder conciliar en casa, para poder cuidar en casa.
Más que conciliar yo creo que usamos mal esa palabra, es cuidar en casa.
Mónica: En mi caso, siempre había querido emprender por mi cuenta, fue un poco la circunstancia porque estaba embarazada y me quedé sin trabajo, no fue por estar embarazada, fue porque era la crisis y me pasó, entonces, ahí me lancé a emprender. Y luego realmente me doy cuenta que no puedo volver a trabajar si quiero dedicarme tanto a mis hijos, ósea, trabajo, pero trabajo para mí.
¿Lo has intentado alguna vez? El decir: “ya no puedo más, me voy a volver a una empresa”. Que parece que es mejor a veces cuando ya descubres lo que es el autónomo, que dices: “igual me vuelvo y tengo otra tranquilidad”
Mónica: Si estás trabajando en una oficina con un horario muy fijo, por ejemplo, si se pone malo el niño, obviamente es un problema; cuando eres autónoma, pues es un poco más fácil de llevar, sabes que siempre te va a caer a ti porque tu eres la autónoma…
Ahora que dices eso, antes hablábamos que un 53% de las mujeres se hacía autónoma para conciliar. Tenemos ahí más peso nosotras, ¿qué me decís?
Lorena: Has dicho también que muchas veces ven afectada, la mujer, su vida laboral al ser madres, entonces, es cierto que buscamos esa flexibilidad creyendo que el ser autónomo, el emprender, te va a dar esa posibilidad de estar más con tus hijos, pero claro, surge la cuestión de tengo que invertir tiempo en mi publicidad, tengo que invertir tiempo en mi negocio, tengo que invertir… y ya vas restando horas a tus hijos. Al principio empiezas diciendo mientras están en el cole y luego ya no es mientras están en el cole, es que necesitas más horas. Entonces, si que es cierto que buscamos esa flexibilidad que realmente no nos la permitimos yo creo también.
Está claro. Si fuésemos súper mega estrictos con horarios, cerraríamos. Pero yo creo que hacía mucha referencia a María con el tema de la empatía, que creo que es a lo que te referías, de repente tu mandas un Whatsapp (yo lo he hecho) a las 10 de la noche porque es el momento en el que todos dormidos, todos tranquilos, voy a respirar y: “¡Uy, va!, me acabo de acordar…” Muchas veces pienso a gente que trabaja en la fábrica no le pasa, porque aunque se acuerde en ese momento no se va a ir a la fábrica a hacer algo…
Mónica: Y antes tampoco teníamos Internet en el móvil.
Claro. Entonces, igual antes se conciliaba mejor que ahora y hay negocios que igual se concilia mejor que en otros, pero que somos como muy estrictos “vale, a las cinco cierro y cierro”, pero nunca pasa. Vamos, yo levanto la mano, no se si hay alguno, ¿Edu?
Edu: Claro. Estoy aquí escuchando y me saltan chiribitas por todos lados hablando de autónomos, emprendedores, autónomas… Yo en mi caso, autónomo, libro y alguna vez voy por casa, pero si a la hora de cuando decidimos tener niños mi mujer hubiera sido también emprendedora como yo, evidentemente no hubiéramos ido a buscar nunca jamás hijos, porque conociéndonos como nos conocemos, como me conozco yo y como conozco un poquito la vida del autónomo, no podría pensar en que en ningún momento íbamos a hacernos cargo de nuestros hijos.
Pero fijate que sí es utópico, porque entonces el 53% de las mujeres quiere ser autónoma para conciliar y tú lo estás viendo del revés, el autónomo no puede conciliar en la vida…
Edu: Te voy a decir por qué, o por lo menos lo que me ha ocurrido. En mi caso, mi mujer tiene un puesto de trabajo, trabaja en un súper y lleva su horario fijo. Hemos adecuado las horas que ella no puede cubrir con respecto a la hora de tener que cuidar a los niños, en el que sabíamos que estaban mis padres, estaban mis suegros, que se pueden hacer cargo de ellos. Si mi mujer tuviera un trabajo de emprendedora y que evidentemente conociéndonos como somos, emprendedores, esas ganas de trabajar que tenemos, que somos 28/7, entonces, no, porque no íbamos a podernos hacer cargo de nuestros niños en condiciones. Porque en un autónomo, creo que todo autónomo o todo empresario quiere siempre un poquito más y que tu empresa vaya creciendo cada día un poco más. No me creo que vaya uno que diga: “yo fabrico cinco piezas de bolígrafo y ya no hago nada más”. No creo, siempre vas a querer crear la sexta pieza, la séptima… Entonces, yo lo veo muy difícil.
Entonces, ¿qué hacemos con la conciliación?
No ser autónomo directamente. Edu ha dicho no ser autónomo…
Edu: Yo pienso que no. Si tu ser, o el emprender, es para crear una “General Motors”, eres directamente el gerente y tienes cinco mil trabajadores por debajo, pues igual sí que puedes tener esa conciliación… Igual tengas otro dolor de cabeza, pero no lo sé, que en ese rango no me he llegado a mover de cómo vive esta gente, pero es que sino, yo no lo entiendo, tiene que ser muy difícil esa conciliación. Y sobre todo, dependiendo de quien tengas a tu alrededor, si tienes a tus padres, tienes a tus suegros, tienes a una hermana, un primo, un sobrino, un alguien que se va a poder hacer cargo, pero sino, es que lo veo…
Es que antes estábamos hablando eso, de que a muchas mujeres nos había recaído el peso en la pandemia. Yo creo que ahí fue cuando se vio realmente que había una necesidad de cambios de leyes; y sobre todo, ya no de leyes, si no de roles, porque bajo mi percepción (igual me equivoco y yo aquí lo lanzo), como al final el sistema laboral siempre engrandece al hombre en muchos sectores, parece que cada vez vamos cogiendo un poco más de terreno, al final, el poder adquisitivo de cada familia en la mayoría de los casos recae en el hombre.
Edu: Todavía existe la desigualdad de salarios.
Claro. De repente dices vale, quien cobra menos, entre comillas, o quien no tiene tanta proyección profesional, o dices, sacrificamos esta “piedrecica” para que cuide a…
Yo recuerdo un movimiento que hicimos las madres cuando hubo la pandemia y era “esto no es conciliar”. Esa foto no se me va a olvidar en la vida, que yo la hice pensando en a ver que pasa. Mi hija mayor sale saltando en el sofá, la pequeña enganchada en la teta y yo en el ordenador, era como: “es que así no puedo”. Pero tampoco había ayuda. Ya no es una cosa de que lo estamos cargando todo a la mujer, sino es que aunque nos lo cargasen, que nosotras digamos: “vale, queremos coger ese peso” y que sea una decisión propia, no tenemos ayuda…
María: Creo que ahora también va cambiando un poco todo con el tema de los permisos de paternidad y todo eso. Pero claro, por ejemplo, yo hablo en mi caso personal, mi marido puede decir que está implicado al 50%, igual que estoy yo, pero cuando mis hijos nacieron, Álvaro nació hace nueve años y pico, él tuvo, creo que era una semana, entonces, yo me quedé sola. No podía ni andar, no sabía por donde me daba el aire…
Entonces, ya esos primeros cuatro meses que tú estas de baja, estás al cien por cien, porque si la otra persona trabaja y se levanta a las cinco de la mañana, pues muchas familias: “venga, te vas a dormir a otra habitación”. Ósea, al final, ya desde que nacen, el tema de los permisos de maternidad y paternidad, estaba orientado a que recayera el peso sobre la mujer. Y si durante esos cuatro meses tu has estado al cien por cien, cuando vuelves a trabajar, es que ya no puedes volver a estar en todo. Entonces, creo que poco a poco, si al menos se va aumentando, y todo un poquito desde el principio se fomenta que estén los dos miembros en casa, pues también va a favorecer.
Pero fijate, yo que ese cambio lo viví con ambas, no fue la misma paternidad que se cedió cuando la mayor que cuando con la pequeña. Cuando hicieron ese cambio de aumentar la de los papás, hubo muchísimas críticas…
María: Sí claro, porque es que hay que aumentar la de los papás, pero es que la de las mamás no es suficiente tampoco… Ese es otro tema.
Claro. ¡Es que este es un gran melón!
Lorena: A ver, lo que pasa es que también tenemos esas creencias nosotras como mujeres que vienen heredadas de nuestras generaciones, de que es la mujer la que cuida al niño, la que cría al niño y demás.
Claro, eso es lo que hablaba antes María, esa presión: hay que estar perfecta, lo tienes que hacer bien, la casa tiene que estar limpia… Y lo tienes que hacer tú.
Lorena: Y aparte lo que ha dicho, esa implicación de la pareja.
Ha dicho él, si están siendo los dos autónomos es más complicado que haya una implicación a lo mejor al 50%. Uno a lo mejor hace un 80 y otro hace un 20.
Pero es la fórmula que tú decías antes, buscar la fórmula de esa familia.
Lorena: Exacto.
Y que quede constatado, hablado entre la familia y decir:
Bueno, yo voy a ser autónoma pero me puedo implicar un 20% en el trabajo y un 80 en la familia”.
O al revés, el marido:
Yo me implico un 80% en el trabajo y tu un 20”.
La cuestión es que esas creencias las tenemos tan metidas que no vamos más allá. Y si luego encima las leyes no acompañan, si encima estamos viendo que aunque haya esos cuatro meses que han aumentado para el padre, no es suficiente o no hay una…
Ya no por suficiente o no…
Edu: Yo los cuatro meses los veo unas vacaciones y ya está. Es que un niño no va a estar cuatro meses en tu familia, el niño hasta los cuatro meses es que no te da ni un solo problema, porque lo vas a tener en la cunita y prácticamente tienes un “muñeco” que come y caga.
Ah, vale. Ya pensaba: ¡A ver por dónde me vas a salir, Edu!
Edu: Es que los niños siguen creciendo… Y también los problemas cuando tienes que llevarlos al colegio, cuando los tienes que ir a recoger, cuando tienes que llevarlos a las actividades… Yo creo que ahí es cuando tienes los problemas, no en esos primeros cuatro meses.
Yo por ejemplo, ahora mismo coincide que a la pequeña la tengo malísima con gastroenteritis en casa, mi pareja justo coincidía en vacaciones, se ha quedado con ella, yo me he ido a currar, pero él también tendrá que estar estudiando… Entonces, vamos a encaje de bolillo: “Venga, pues esto lo hacemos así, tú ahora, luego yo por la tarde, yo me quedo con ellas…” Al final, es buscar cómo. Que parece que la palabra conciliación muchas veces ahora está como en mega auge y por eso era el tema de la definición, porque la usamos súper mal y cada uno tenemos nuestra propia conciliación. ¿No, Mónica?
Mónica: Yo es que creo que también tenemos que pasar a valorar un poco el tema de los cuidados; ya no es solo el cuidado de un menor, sino, también, el cuidado de los mayores. Los momentos vitales de cada familia son muy distintos. Que ahora nos podemos encontrar con los permisos de maternidad, pero dentro de unos años te puedes encontrar que tienes que cuidar a los abuelos. Entonces, nunca se ha valorado demasiado el tema de cuidarnos unos a otros, es una cosa que es una secundaria, que no importa nadie…
Ni nos cuidamos ni cubrimos ninguna de nuestras necesidades.
Creo que partimos de la parte educacional, de que no nos han enseñado a gestionar lo que sentimos. Entonces, si ya partimos de ahí, es que va todo piedras por todos los caminos, te vas arrastrando, cargando y avanzando como puedes, como intentas. Y luego creo que con el tiempo se ven todos esos problemas que acarreamos todos, que no sabemos llevar una gestión emocional, que no sabemos convivir, por decirlo de algún modo. No sé, ¿cómo lo veis vosotras?
Yo que no estoy tan cerca de familias y que es mi percepción personal y la de alguna familia que tengo cerca… ¡Ostras!, es que se puede hacer muy cuesta arriba. Nadie nos ha enseñado a saber gestionar, y luego, encima, nadie nos ha dado alguna lanza a favor, porque todas las leyes van en contra. Ósea, no hay mucho que ayude, ¿no?
Lorena: Lo que también pienso, es que en este día a día que llevamos, no nos paramos a ver lo que acabas de decir tú. A mi me gusta muchas veces trasladarle a las mujeres con las que trabajo, les digo: ¿Tú te paras? ¿Te has parado a lo largo del día un ratito para ver cómo estás? Lo que dices, a cuidarte. Entonces, yo invito desde aquí a que paréis tres veces al día un minuto, es decir, por la mañana un minuto, al medio un minuto… Pero hombres, mujeres, me da igual, y preguntaros: ¿Cómo estoy ahora? ¿Estoy cansada?
Yo te puedo decir que si paro cuando creo que no tengo que parar me siento culpable…
Lorena: Alguna creencia que te limita a parar.
Lo único que tenemos que darnos cuenta es que ese parón no es para que aparezca esa culpa. Ese parón tiene que ser para escucharte a ti, como has dicho, cómo me encuentro, necesito algo que mi cuerpo me está pidiendo… Muchas veces no nos paramos a escucharnos ni a escucharlo.
He lanzado esto porque sé que muchísima gente que nos está oyendo se va a sentir muy parecida a mí de: “Oye, necesito parar diez minutos”. Es en tu tiempo en el que dices: “Quiero ser más productivo, lo quiero hacer todo, quiero sacarlo todo ahora”, y dices: “No. Necesito parar”. Y mucha gente con ese “necesito” que es difícil llegar a él, se siente culpable porque está parado… Qué triste.
Lorena: La culpa aparece y sobre todo en las mamás. Es decir, en las madres nos aparece, creemos que si ya no somos diez minutos madres ya vamos a ser las peores madres del mundo porque nos hemos invertido diez minutos en darme un baño relajante… A lo mejor tenemos que darnos cuenta que somos ese algo más que mamás.
No sólo mamás, y como tenemos a Edu, yo le voy a preguntar:
¿Cómo te sientes tu currando de sol a sol y no pasando a ver a tus enanos?, ¿tienes la culpa en algún momento?
Edu: Tengo el Yin y el Yang. No me siento culpable del todo porque sé que mis hijos están excelentísimamente bien, están atendidos y están súper felices. Yo por otro lado estoy haciendo un trabajo, que, además, encima me gusta. Entonces, pues esa parte que te hace beneficio, pero me siento también muy culpable, es que mis hijos los veo de palmo en palmo, se te pasa el tiempo y van creciendo… Pero la situación es la que es.
Es la que hay y hay que adaptarse al momento…
Edu: Sobre todo, cuando hemos vivido la crisis 2008, la crisis 2012, la crisis 2020… Me las he comido todas con patatas… Y laboralmente pudiera estar un poquito más desatendido, ojalá, yo encantadísimo de poder disfrutar mucho más con mis hijos.
Te lo preguntaba porque muchas veces hacemos hincapié sobre todo a la mujer, pero al final, cuando hablamos de emociones no van sin género, ósea yo creo que cualquier hombre…
Edu: A mí me ha pasado lo mismo que le ha pasado a ella. La frase que le dijo su hijo a mí me la han dicho mis hijos, y evidentemente, lo primero que te hace, te sale una lágrima que es como puño de gorda. Es decir, de que digas: es que te están reclamando tiempo y de que quieren estar contigo.
Por otro lado, también, algunas veces se lo he dicho a mi mujer, la efusividad en la que pasan esos tiempos, en ese poco tiempo que pasan en mi caso con papá, la efusividad que tienen conmigo no la tienen con su madre. Es decir, con su madre es otro rol; es el rol de mamá, todo el día estamos enganchados, me reniegas, te reniego, no hagas esto, haz lo otro… Y sin embargo, llega papá y a papá se tiran por las escaleras a darle un abrazo, porque jolín: “papá, llevo dos días sin verte”. Es otra historia.
Pero al final eso es conciliar, me refiero.
E: No. Eso es una putada.
Es una putada para ella.
A lo que voy, es que en el momento en el que se cambia ese rol (porque yo lo he vivido)… ¡Guau! Sentir esa emoción de que todo el mundo quiere que llegues, de que qué diversión, de que qué guay… ¡Es que mola mucho!
Edu: Yo pasé ese momento en la pandemia cuando evidentemente los primeros veinte días se cerró absolutamente todo. Aquí en la radio nos encontramos en un momento de no saber qué hacer, no podemos hacer radio, podemos salir de casa, no podemos salir… Y hubo una serie de días en los que ese rol a mí me cambió. Mi mujer también evidentemente paró… Bueno, no, ella tuvo que trabajar porque era esencial. A mi por dentro estaba que me comían los nervios, es decir, qué cojones hago yo en casa y no estar intentando producir de alguna manera, ¿no? Pero por otro lado, pues también, jolín, despertarte con tus hijos, desayunar, reñir tu con ellos… Cambiar ese rol, también tuve ese punto satisfactorio.
Ese tiempo de calidad que decíamos. Creo que mucha gente sacamos de la pandemia eso, que tuvimos tiempo. Hay veces que no lo teníamos para… Bueno, pues no quisimos parar y al final nos pararon de golpe, por decirlo de algún modo.
Oye, aparte de conciliación, de esa palabra que se oye tanto, hay otra palabra que también suena, pero igual no ha sonado tanto y parece que cada vez suena más, y es coorresponsabilidad. ¿Qué me decís de esa maravillosa palabra que ahora resuena tanto y que hay gente que dice: “¿El qué?”?
María: Para mí es primordial, pero claro, entra mucho cada familia…
Pero, ¿qué es eso? Porque ahora mismo si lo está oyendo algún abuelo me va a decir: “¿Qué me está contando esta señora ahora?”
María: Ahora hay muchos tipos de familias, pero pongamos mi familia: mi marido y yo, los niños y el perro. Los niños y el perro son de los dos, entonces, que no recaiga más el peso sobre uno que sobre el otro. Pero claro, ahí influye mucho la situación de cada familia, los trabajos de cada uno y las creencias que cada uno ha ido arrastrando… Es que influyen muchas cosas. Creo que en unas generaciones ya la palabra se conocerá muchísimo, pero es complicado.
Creo que es muy importante y primordial para todos, pero claro, también es muy importante adaptarlo a cada uno, como decía Lorena, de cada familia. Ósea, a lo mejor, si tu has decidido que una de las dos personas está implicada al 20 y otra puede estar al 80, pues has decidido eso; luego no puedes pretender que seas como el vecino que son 50/50. Entonces, creo que cada familia tiene que valorar que es la corresponsabilidad para ellos.
También, es verdad que tu has dicho algo antes que me ha hecho pensar, y era que cuando hablábamos de las paternidades y de las maternidades, cuando al final una paternidad era muy corta y ya desde la segunda semana habituabas al “yo tengo que estar al cien por cien” y la otra persona no tiene que estar. Los hábitos son muy difícil de cambiarlos… Ósea, si ya nos cuesta cambiar el hábito del sofá al gimnasio, pues el hábito de cuidar… Vamos, eso ya es una locura.
Entonces, creo que es una cosa que parece que se va cogiendo poco a poco, parece que va cambiando, que va haciendo mella, pero que igual la pandemia ha hecho que resalte más aún el tema. No sé como vosotros lo habéis vivido, porque al final, se oyó mucho el tema de la coorresponsabilidad; se caía mucho peso en “tú te quedas en casa y yo me voy”.
Lorena: En mi caso, por ejemplo, cuando me despidieron, yo me quedé en casa cuidando a mi hijo los primeros años, luego empecé a trabajar otra vez fuera de casa y es cierto lo que ha dicho María y lo que has dicho tu, si tu estás acostumbrado a hacer un 20/80, el cambiar, es brutal, porque depende también las creencias de la otra persona, depende de lo que ha experimentado y lo que ha vivido… Es complicado, hay que trabajarlo mucho.
Y todas las mezclas de emociones que se meten ahí, porque yo, que he sufrido varios cambios… La culpa sale muy a menudo, es como “estoy haciendo esto”, que sí, que está bien, lo que decía Edu, que estoy haciendo un bien, estoy buscando yo, pero me pica por otro lado. Al final, siento esa culpa por algún lado y yo no la quiero sentir; muchas veces lo he dicho: “Yo esto no lo quiero sentir”, ósea, “fuera”
Lorena: Sí que es cierto que en la pandemia es posible que esa corresponsabilidad haya estado un poquito más equilibrada a un cincuenta. Como ha dicho Edu, su mujer tuvo que seguir trabajando porque era primera necesidad y él en cambio se quedó en casa… Pero volvemos a los mismos patrones antiguos, es como: sí, durante un tiempo he estado haciendo esto y ahora vuelvo a mi patrón antiguo, porque yo salía afuera de casa, trabajaba y yo me quedaba en casa. Entonces, yo lo veo complicado. No es difícil, se puede intentar llegar, lo importante es eso, descubrir cómo es cada familia, hablarlo y decidir cual es tu parte de corresponsabilidad. Y no está mal el que ha hecho 20/80 ni el que hace 50/50, ni el que hace 10/90, es lo que cada uno ha acordado y cree que para ellos es lo mejor.
Claro, si es que no queda otra.
Ya que hemos dicho de conciliar, si tuviésemos que elegir entre bebés o adolescentes, ¿cuál elegiriaís? Venga, Mónica.
Mónica: Yo, bebés. Es mucho más fácil. Al principio es algo que te viene muy grande, pero realmente es muchísimo más fácil un bebé que un adolescente. De un adolescente hay que estar mucho encima. Y parece que no, que ya son independientes, con los adolescente vas a tener las manos libres, pero la cabeza la vas a tener muchísimo más ocupada.
¿Vosotras qué me decís, chicas? Además, yo sé que tenéis preadolescentes, adolescentes, ahí en estado puro
María: Yo voy a sonar un poco a moñas, pero es que si pienso en mis hijos no puedo elegir, porque para mi son importantes todas las etapas. Entonces, yo quiero estar ahí siempre. Me costaría elegir.
Pero, ¿cuál ves más fácil?
María: Es que depende de tanto y de tantas cosas…
Vale, pero, ¿en cuál lo ves más fácil?
María: Veo más fácil conciliar cuando son adolescentes, porque no te necesitan tanto para cubrir sus necesidades básicas. Comen solos, se limpian solos y hacen todo solos. Entonces, te necesitan presente a nivel emocional y a nivel de otra manera. Un bebé te necesita para todo. Entonces, más fácil lo veo de cara a un adolescente por eso, pero va a depender mucho. Mónica, por ejemplo, puede pensar en sus hijos de bebés, yo puedo pensar en mis hijos de bebés y para mí, por ejemplo, pudo ser quizás más difícil esa época que la que estoy viviendo ahora. Desde luego, más tiempo tienes que invertir cuando son bebés, porque te necesitan para todo; para lo emocional y para lo fisiológico.
Tú, ¿Lorena?
Lorena: Yo me voy a los adolescentes, yo prefiero conciliar. Me gusta mucho escuchar.
Entonces, yo creo que si haces un buen trabajo de base con tus hijos, el conciliar con adolescentes, aunque son a veces pesadillos y demás, pero si generas esa confianza, trabajas esa gestión emocional con ellos, yo lo veo mejor.
Yo, por ejemplo, con mi hijo (doce años va a hacer), y es la confianza que tiene y te cuenta muchísimas cosas. Concilio mejor el tiempo con él y sabemos los dos, cuando él está estudiando y yo trabajando, y cuando hemos dicho los dos: ahora nos ponemos ya juntos. Es como que me siento más acompañada.
También, aunque creamos que no, pero nos sentimos acompañados si lo haces un poco como hemos dicho a la hora de comunicarte.
Me ha gustado la frase de la “base”. Si hay una base, porque creo que es importante, que parece que tratamos a los niños como objetos, no como personas y realmente creo que en la adolescencia nos viene el guantazo. Viene el: “toma, aquí tienes lo que has creado bonito”.
Lorena: Sí. Somos su espejo. Ellos absorben todo desde pequeñitos, desde ese llanto en una cuna, desde una rabieta… María que es una experta, van absorbiendo todo lo que nosotros hacemos. Entonces, si te ven llorar y expresar cómo se sienten, cuando llega la época de la adolescencia, es más fácil. No digo que no sea complicado, es más fácil que te comuniquen cómo se sienten o validarles sus emociones en esa época de adolescencia, es mucho más fácil si has ido generando esa base desde pequeñitos.
Claro, a mí esto me lleva a otra duda. Hablamos de estar ahí, de conciliar con los adolescentes, pero, ¿nosotros estamos preparados para saber hacerlo?
Lorena: ¿El convivir con esos adolescentes?
Sí. ¿Alguien nos ha enseñado a saber validar en cierto momento, gestionar esas cosas? Porque hablamos de la base, pero vamos, si a mí hay rabietas que me cuestan horrores, que es como: “respira, por favor, no se te olvide respirar”.
Yo sé de mucha gente que lo primero que teme es la adolescencia. Ya ni los dos…
María: Yo añadiría dos cosas. Primero, que las expectativas que también te crean de miedo, ósea, ya antes de tener hijos es como: “cuida con los dos años que son terribles, tienen muchas rabietas… Cuida con la adolescencia…”, entonces, ya estás preparado para que a lo mínimo, a mí me ha pasado, me ha venido gente al taller: “Es que tiene ya veintidós meses, entonces, vengo por si acaso”. Rabietas tenemos siempre, en realidad.
Entonces, primero, unas expectativas que nos han metido de miedo, y luego, que nadie nos enseña nada. El otro día decía yo en un vídeo: “nos pegamos años y años estudiando matemáticas, lengua, de todo, y sigues buscando en Google, sigues usando la calculadora y nadie te ha enseñado a ser padre, ni a ser madre, ni a acompañar a tus hijos… Y encima, lo tienes que hacer perfecto y no te puedes equivocar”.
Yo creo que de cara a dentro de unos años, igual si por fin ahora sí se empiecen a trabajar emociones y todo eso en el cole, pero nosotros somos unos supervivientes en esto. Al final es: me tengo que buscar la vida y lo acompaño como puedo… Y la culpa la tenemos, esa si que la aprendimos muy bien, pero nadie nos ha enseñado a nada. Estaría bien que enseñen algo de eso.
Y una cosa, esto va con lo de hace mucho de que no nos permitíamos parar, pero que eso es otra de las cosas que tenemos que aprender, que nuestros hijos tienen que ver de nosotros y es muy sencillo, el ejemplo: tú cuando el móvil se apaga, ¿qué haces?
Cargarlo
María: Lo cargas y estás un rato sin usarlo y entiendes que si no lo cargas no funciona. Pues nosotros somos igual. Al final, o te cargas o no funcionas. Entonces, no ver la parte de “parar” como perder el tiempo. ¡Ostras!, que te estás cargando para vivir mejor y que los demás estén mejor contigo.
Sí, claro, totalmente de acuerdo. Me ha gustado ese ejemplo, la verdad es que es muy gráfico. Cuando se acaba el móvil, se acaba el móvil y no hay otra.
Mónica, ¿tú que me cuentas de esos adolescentes? ¿A ti te han enseñado a acompañar esos adolescentes o eres de este otro equipo?
Mónica: A mí no me lo han enseñado de momento. Aparte, mi hijo el mayor tiene diez años, entonces, está empezando, aún le queda un poquito. Pero si que me acuerdo mucho de cómo era yo de adolescente y yo sé que a mi madre se lo hice pasar un poquito mal. Y a parte me decía siempre: “Ojalá que tengas una hija que sea como tú”. Entonces, hija no he tenido porque los dos son niños, pero me da un poquito de miedo, sobre todo porque tengo muy presente cómo era yo y me da un poco de miedo.
Me has hecho recordar, esa frase de: “Ojalá te salga una como tu para que veas lo que es”. Yo también fui de las que líe alguna que otra y ahí mi madre probablemente estará regodeándose, pero si que es verdad que al final es lo que dice María, nos marcamos o nos marcan como que aquí va a pasar algo y ya lo tienes como en mente esto va a ser. No sé, ¿vosotros habéis vivido los terribles dos? ¿Edu?
Edu: Claro. Es que ahora estoy con la adolescencia de la mayor y lo malo no es eso, sino que estoy esperando la adolescencia de los gemelos. Teóricamente cambia entre niños y niñas, entonces, a ver qué ocurre. A ver qué nos pasa con la adolescencia, es que son de carácter totalmente diferente entre las niñas y los niños; una es muy pasiva y los otros son extremadamente activos, entonces, no sé, creo que serán totalmente diferentes las adolescencias. Pero lo que habláis, te puedes ir a comprar y no hay problema, te puedes ir a trabajar y lo puedes dejar ahí, que se quedarán ahí con su “Play Station” y no se moverán del sofá. No sé.
Es que tiene su tela…
Edu: Tiene su tela, claro. Esa parte que cuando se ponen las “cositas” complicadas con los problemas de amoríos, desamoríos, colegio, compañeros, amigos, amigas…
Yo no veo tanto ese problema. Yo creo un poco a lo que nos referíamos, el gestionar esas emociones.
Lorena: Hay una cosa que ha dicho María que no nos enseñan y es cierto, yo por ejemplo, en mi caso que voy a escuelas a hablar y a acompañar a los padres a que puedan empezar a leer entre líneas esas emociones que estás hablando tú, entonces, muchas veces creemos que están pasando algo mal y “cuéntame, cuéntame”. No, a lo mejor hay que decirle: “parece que estás un poco mosqueado, si tienes ganas luego me cuentas”.
Edu: Yo voy más allá. Porque el problema de la juventud no solo es de los amoríos y desamoríos, sino la sociedad en la que estamos, la rapidez con la que se está moviendo una serie de cosas que no tenemos nada controladas. Que a nuestras edades también hemos tenido esos problemas, también hemos tenido las cuadrillas, el que se ha fumado un porro, el que luego ha acabado un poco peor, el que ha acabado un poco mejor, el que se emborrachaba, el que era un follonero y el que no… Que esas emociones ahí no las vas a poder gestionar, porque va a ser muy difícil poder ver si hay un pequeño mosqueo o no hay un pequeño mosqueo, si como llegas a casa o como no llegas a casa, pero igual ya es tarde cuando te das cuenta de esa última emoción.
Lorena: Igual lo que estábamos hablando antes, la base, es lo que va a generar que tengan la confianza de que luego puedan transmitirte a lo mejor más las cosas.
E: Sí, pero hay cosas que van a ser extremadamente ocultas. Esto es como esconder el tabaco hasta que te pillan con el tabaco… ¿Cuánto tiempo ha pasado o cuanto tiempo tus padres se han hecho los tontos de que no sabían que fumabas?
Lorena: Sí que es cierto que muchas veces tienen acceso a muchas cosas: series, Youtube… Un bombardeo continuo, con el móvil… Entonces, ahí es donde entramos nosotros, aunque parezcamos los “malos” tiene que existir ese control, ese límite, el informarles que nos hagan caso o no. Creemos que no nos hacen caso, pero de verdad que nos escuchan, yo os lo digo en serio, nos escuchan, aunque creamos que no. Entonces, el ir sembrando esa semillita viene bien. Y si quieren ver una serie, ¿por qué no acompañarles a verla y verla con ellos? Según que tipo de series, de edades y demás, claro.
Ahora que hay tanto follón con el tema del “Juego del calamar” yo puedo hablar, porque yo la he visto y yo he preguntado a niños de cerca si la habían visto, con ocho años, y me han dicho que sí… Y yo me he tenido que tapar…
Edu: Y aunque no la hayan visto físicamente, ósea, no han visto lo que han sido los capítulos, pero ellos son conocedores de cosas que pasan en la serie, porque si no la han visto en su Youtuber la han visto en su Influencer, si no han cogido mi móvil y han visto en el Tik Tok… Es decir, que por un lado o por otro esa información a los niños ya les ha llegado…
Y que según qué edades, con nueve años pues ya no están para ver “Pocoyó”.
Pero tampoco el “Juego del calamar”
Edu: No, pero como ya les damos acceso a otras cosas: pues venga, ponte el partido para que veas como juegan el fútbol los niños de no se quien…
¿Pues entonces ya aquí vendría la de conciliar e internet?
¿Cómo usamos todas esas herramientas que tenemos a nuestro alcance para conciliar? Porque muchas veces el pecado está ahí…
Edu: El pecado no está ahí, el pecado está en cómo lo utilizas, porque evidentemente a nuestras nuevas generaciones yo creo que no debemos de privar de conocer toda la maquinaria que está en marcha, para que sean conocedores de todo eso y estén adaptados lo antes posible y que nos los pillen fuera de juego.
Aquí Mónica es una experta en todo el tema del Internet.
Edu: Yo opino que los contenidos no sean los adecuados para niños de nueve años, pero a un niño de nueve años el “Youtube kids” se le queda corto…
Vamos a necesitar otro programa solo para ese tema de Internet.
Cuéntanos, Mónica, porque claro, yo creo que es una de las ventanas que tenemos muchas familias, de decir: tengo que hacer esto, cómo lo hago, te pongo un poco la tele, tal… Les damos herramientas a su alcance, pero, ¿cómo se controla esto? Porque es un mundo sin control, aparece en cualquier lado.
Mónica: Es complicado pero tampoco es imposible. Lo primero, nosotros tenemos que controlar un poco esas herramientas, aunque nos cueste, nos tenemos que poner en ello y conocer las cosas. En “Netflix”, tienes que saber que les puedes crear un usuario que solamente vea el contenido que tu quieres; si tienen un perfil infantil no le va a salir un “Juego del calamar”. Youtube se puede controlar menos, pero también se puede hacer. Entonces, no les tienes que prohibir, porque al final llegarán de una manera o de otra…
¿Y qué pasa con el prohibir también?
Mónica: Es que prohibir siempre va a ser una tentación. En cuanto puedan, muchas veces estar despistados, te cogen el móvil y enseguida saben hacer las cosas. Hasta las contraseñas te las revientan, porque a veces pones una rápida porque no tienes tiempo y luego va el niño y ha adivinado la contraseña que has puesto. A mí me ha pasado ya eso, sobre todo las de cuatro números… Entonces, les tienes que enseñar, les tienes que dar las herramientas, tienen que saber cómo usarlas.
Pues nada, hemos abierto este pedazo de melón al final para hacer otro programa sobre esto… Es que no queda otra. Yo creo que, además, podría durar muchos programas, porque Mónica nos vas a poder enseñar muchísimas herramientas que las mamás, papás, desconocemos totalmente. Además, hace poco me dijeron alguna que dije: “ah, eso se puede hacer, ¡eh! Ósea que, guardatelo, vamos a buscar un huequecito, porque esto es importante.
Vamos a escuchar esos audios o esos mensajes, cuéntanos, Edu.
Edu: Me dicen por aquí:
Hola, soy Bea.
Conciliar es no tener que renunciar a nuestra carrera profesional por cuidar de nuestros hijos ni renunciar a ellos por no perder lo conseguido en el trabajo. Conciliar es verlos crecer, recogerlos del cole, sin el móvil en la mano ni culpa en la mochila”.
Mi pensamiento es: ahora a ver si lo consigues…
Claro, pues ahí está, poco a poco.
Lorena: Lo del móvil en la mano lo podemos conseguir. Lo de la culpa en la mochila… Esto no es nuestro, vamos a sacarlo de ahí.
Y si no, es fácil, tenemos a estas maravillosas mujeres que hemos invitado que les pueden ayudar, Lorena hace formaciones, acompaña familias, aquí mi amiga María también acompaña familias, les da herramientas para el tema de gestionar y Monica nos presenta planes para disfrutar, pues que más queremos?, podemos disfrutar todos juntos. No?
Edu: Otro mensaje:
Hola, soy Luis.
Es muy triste y un retraso que para conciliar necesites subcontratar”.
Evidentemente. Yo creo que en ese caso si necesitas subcontratar es porque es una PIME y adiós beneficios.
El próximo jueves volveremos a tener otro programa lleno de mucha información. Volvemos el próximo jueves.