Podcast 25. Duelo Perinatal
Trascripción del podcast
Comienza Bihozt Mujeres en Onda. Aquí estoy nuevamente, Ariane Casal al micro.
Hoy vamos a tener un programa duro para mí. Me han dicho que lo diga, que diga lo que me pasa y es que y va a ser un programa complicadete, un programa en el que probablemente las emociones van a estar a flor de piel y alguna lagrimilla que otra, pero para tener un buen acompañamiento en este programa y sentirme tranquila y segura tengo tres grandes mujeres a mi alrededor. Una de ellas es Tania De Los Bosques, madre de dos niños Sofía y Diego, este último fallecido en el parto.
¿Qué tal, Tania, cómo estás?
Tania: Muchas gracias por invitarme y deseando dar visibilidad a este tipo de maternidad tan diferente.
Y es que hoy vamos a hablar de duelo perinatal y para ello y con todo el acompañamiento que se necesita en esos momentos tenemos a Patricia Valiente, psicóloga especializada en trauma y formación en psicología perinatal. Es mamá de dos niños, uno de ellos fallecido también en el primer trimestre.
¿Cómo estás, Patri?
Patricia: Buenos días, Ariane. Bien.
Y en las ondas tenemos a Laura Poyo Pardo, mamá de cuatro niños, una de ellas fallecida en la semana 39. Es terapeuta pediátrica y acompaña a familias en la atención temprana. Coordina la sede en Aragón de Un hueco en mi vientre.
Buenas, ¿cómo estás, Laura?
Laura: Hola, buenos días. Bien, muchas gracias.
Gracias por sacar este ratito, que sé que estamos ahí conciliando como podemos… Así que si oímos a algún peque no pasa nada. Es lo que hay, es lo que tiene la conciliación. Tranquila.
Como hemos adelantado antes, vamos a hablar de duelo perinatal y yo antes de empezar el programa se los estaba comentado, que no sabía por dónde empezar. A mí me resulta un poco complicadete y yo creo que, que mejor con una experiencia personal que yo la viví cerca, pero que la gran voz la tiene aquí Tania y que ella nos cuente un poquito que pasó.
Hemos hablado de Diego. Para los que no nos estén viendo por Twitch, ella lleva un tatuaje en el antebrazo, que lo pone y en sus redes sociales, porque ella es gerente en Flores Hojana, en sus redes sociales lo nombra muchísimo y es algo que la sociedad no lo ve como algo normal, no lo normaliza. Sí que me gustaría escuchar tu experiencia, escuchar lo que ha pasado. Sé que vas a ser capaz de hacerlo porque así me los has transmitido, pero hasta donde tu puedas y lo sientas; y gracias por hacerlo.
Tania: Pues muchas gracias, Ariane. Sobre todo por querer dar voz y darme voz tanto a mí, yo hoy estoy representando a muchas madres de muchas asociaciones, como por ejemplo, Umanita. Yo a la primera que conocí fue a Pilar de Un hueco en mi vientre. También está el Círculo de duelo que también está en Madrid. Y bueno, tantas y tantas madres que me siguen desde el grupo que creé en Facebook junto con siete madres ya hace ocho años.
Nuestra experiencia, la verdad es que mi marido y yo queríamos tener un niño y después de casi un año, que parece que hay gente que se queda embarazada de mirarte, nosotros pues no tuvimos esa suerte y tras una salpingografía me quedé embarazada. El embarazo iba bastante bien, todas las revisiones, las ecografías y tal… Y justo hacia la semana 32, 33 nos notificaron que tenía placenta previa, que tenía que guardar cierto reposo, no podía agacharme, doblarme, cogí mucha experiencia cogiendo cosas con los dedos de los pies, en fin, sacas habilidades nuevas. Yo en aquel momento, justo me despidieron por estar embarazada (cosa que recurrí, gané y demás), pero bueno, me quedé en mi casa tan a gusto y me dediqué a ser mamá. Era a lo que estaba preparándome y la verdad es que disfruté muchísimo mi embarazo.
Nunca supimos exactamente por qué falleció Diego, pero bueno, nosotros en la semana treinta y ocho más seis teníamos una ecografía, nos dijeron que Diego venía con percentil 97. Era un bebé muy grande (la verdad es que luego Sofía ha sido como un ternasquico. Hago bebés bastantes grandotes) y tenían miedo de que pudiera pasar algo durante el parto, con lo cual, decidieron que con cuatro kilos que ya alcanzaba Diego en la semana 38 íbamos por cesárea. No es algo que decidiera yo, porque yo me estaba preparando para un parto vaginal, pero era lo que tocaba y ya está. Casualmente el día dos de diciembre, justo hace ocho años hoy, es que este programa la verdad me está trayendo muchas energías, tengo mucha gente detrás de un máster de desarrollo personal que seguramente me estará escuchando y mandando energía, porque me parece tantas casualidades y a la vez no tan casualidad, que me parece maravilloso poder estar aquí. Cuando me lo propusiste, la fecha me pareció algo tan especial que dije no puedo faltar.
Que sepas que fue en un momento de buscar temas y dije: Es que esto hay que hablarlo. Y habíamos tenido muchos temas hablando de parto, de maternidad… Y el día que te mando ese WhatsApp diciéndote: “Oye, ¿este día podrías?, ¿te ves capaz?, ¿crees que lo puedes hacer?” Y me contestaste: “Pues es que el día tres…” Dije: “Vale, por algo tiene que ser”.
Tania: Sí. Pues justo hace ocho años teníamos una ecografía previa a la cesárea del día cuatro y bueno, justo llegamos al hospital, yo llevaba un rato que no notaba a Diego. El día anterior estaba como muy tranquilo. ¿Qué pasa en estos casos? Yo hablo mucho siempre de infantilismo, de todo es normal, no pasa nada, eres primeriza y no tienes ni idea… Muchas veces dejamos de oír a nuestro yo interior para oír a los demás y eso es una cosa que nos pasa siempre a las que estamos en una primera fase de embarazo. Nos oímos muy poco a nosotras y a nuestro cuerpo, y hacemos caso a todo lo que está en nuestro alrededor para normalizar que todo es normal.
En este caso fuimos al hospital. Justo yo me tomé un zumo de naranja, eran las siete de la mañana, teníamos la ecografía a las ocho y de repente ya íbamos a mitad de camino con el coche y empecé a notar unos movimientos super espasmódicos muy fuertes de Diego. Yo decía ¡madre de Dios!, como se ha puesto como loco con el zumo de naranja…
Yo di a luz (no sé si se puede decir el hospital) en la Montecanal. Íbamos por la privada porque mi ginecólogo era asistente allí. Era cirujano allí. Pues yo cuando llegué: “¿Qué tal? Bien, esta noche no he notado mucho y tal, pero me he tomado un zumo y ahora de repente ha empezado a moverse mogollón, y bueno, me quedo más tranquila porque estaba un poco asustada”.
Total, que me tumbaron en la camilla, me ponen los monitores… A las últimas revisiones mi marido no había ido porque yo he sido como muy empoderada, yo siempre iba: “No pasa nada si no va el padre”, ósea, voy yo; con que vaya yo vale. Yo tengo que ir, el bebé va conmigo, entonces, no pasa nada si el padre está trabajando y tal… Entonces, pues claro, mi marido no sabía exactamente cómo sonaban, cómo eran unos monitores… Entonces, él se quedó como diciendo: ¿Qué pasa? Yo en el momento que vi que algo fallaba, ahí las alertas se te encienden, todas las bombillas, todas las sirenas… Y la matrona decía: “Espera un momento”. ¿Cómo que espere un momento?, ¿qué pasa? Y mi marido: “Tranquila, tranquila, no te alteres. Vamos a ver que nos cuentan”. Llama a la ginecóloga de guardia: “¿Podéis venir un momento, por favor?, podéis entrar aquí y tal…” Me ponen otra vez los monitores y oigo que murmuran: “Está en bradicardia”. Entonces, yo he visto mucho Anatomía de Grey, yo más o menos sabía esto que no iba bien, ósea, no era un latido normal, no era un latido constante. Y yo recuerdo ese momento como pensando: “¡Ostras!, se nos ha olvidado lo del tema de conservar el cordón umbilical”, ósea, estaba como en un estado de shock que yo decía: “Espérate, espérate, que va a nacer ya, se nos ha olvidado esto”. Mi marido decía: “Mira, Tania, el cordón da igual”.
“Hay que bajarla a urgencia al quirófano” es lo único que oigo. Me empiezan a desnudar trayecto al quirófano… Me empiezan a desnudar como tres celadores por el camino, me ponen una sábana, me tapan, no sé qué… Y justo sacan a la parturienta que estaba antes del quirófano, empiezan a limpiar todo y tal, y a lo que me fijé estaba mi ginecólogo, solo me fijé que estaba con sus gafas y con la mascarilla. Me tumbaron y me dijeron: “Tranquila que vamos a hacer todo lo posible”. Me dormí y ya no supe más… No sé cuánto tiempo sucedió. Lo único que recuerdo es una sala vacía, muy fría. Vi al ginecólogo y me dijo, yo claro, estaba con anestesia general, imagínate… Y dije: “¿Y mi bebé? ¿Dónde está mi hijo?” Entonces, el ginecólogo me dijo: “Tania, lo siento, pero el bebé no ha sobrevivido”. Ante esto, no sé si alguna vez sentiré el dolor de la muerte, pero yo creo que fue ese momento, para mí morí en ese momento y tuve que gritar el nombre. Dije: “Por favor traedme a mi hijo, traedme a mi hijo. Yo quiero que me lo traigáis”.
Luego más adelante sí que es verdad que aprendes muchas cosas, porque en el parto de un bebé que fallece, porque todos los niños nacen. Nacen vivos o muertos, pero todos los niños nacen. Es un término que yo quiero sobre todo acuñar aquí.
Mi hijo pesó 4 kilos, 460 gramos. Tenía pelo, era prácticamente igual que yo, era enorme, pesaba muchísimo… Y luego mi marido me contó que el médico hasta le dijo: “Tania está pidiendo ver al bebé, ¿qué hacemos?” Mi marido dijo: “Lo que quiera ella. Lo que diga ella, ella es la madre, ella decide”. Bueno, pues ya no sé cómo fuí a reanimación y me trajeron al bebé. El bebé hermoso, precioso, tenía algunas postillas porque por lo visto tuvo un virus que traspasó mi sangre y le afectó a él; un virus desconocido. A mi cuando hablan ahora de la pandemia me dicen un virus: ¿Un virus? Hay ocho millones de virus, no sabéis a lo que estamos expuestos. Entonces, esto no le pudimos hacer frente ni yo ni nadie, y la verdad es que albergar luego un segundo embarazo era muy complicado, porque no sabes que ha matado a tu primer bebé, no sabes si lo desarrollas incluso en el embarazo sólo. Entonces, la incertidumbre está que te mata por dentro, pero en ese momento tener a mi hijo fue lo máximo. Yo en ese momento no sabía que pude haber pedido una foto con él, de él, un mechón de pelo, unas huellas, un recuerdo… Tuve la fortaleza y me considero una mamá samurái por haberlo pedido, haber reclamado a mi hijo y haber estado con él, que para mí fueron dos minutos, pero me contó mi madre que estuvimos casi más de media hora… Que luego lo pienso podríamos haber estado horas, porque es mi hijo, a mí me daba igual, pero bueno, sí que es verdad que el hospital no lo hizo bien, o no lo hizo todo lo bien que debería haberlo hecho para un duelo gestacional en ese sentido. Pero lo más duro para mí también ya no solo fue eso, porque la recuperación fue muy dura, el salir del hospital con los brazos vacíos, es verte la tripa abultada, verte los loquios, verte hinchada de 20 kilos que me había cogido y llorar… Llorar porque tienes el cuco detrás, tienes la sillita del bebé detrás y no hay nadie detrás… Y bueno, fue un morir. Para mí el día tres de diciembre fue un morir y fue un morir todos los días, porque al final llegas a casa y tienes la habitación montada, tienes la ropa comprada, tienes el carrito preparado, lo tienes todo… Entonces, la experiencia personal ahí es muy dura, pero lo que lo hizo más duro fue realmente el rechazo social, el rechazo familiar, el rechazo de mis amigas. A día de hoy tengo la suerte de no contar con casi ninguna de esas personas, porque lo que sí que me ha enseñado Diego es a saber con quién sí, con quien no y con quien jamás. Y gracias a Dios esas personas se alejaron de mi vida poco a poco. Muchos lo hicieron en silencio, muchos lo hicieron poco a poco, pero yo se lo agradezco a todas ellas porque a cada una de ellas ya no guardo rencor, ya no guardo rabia. Ahora guardo una gran lección de cómo es la gente y como se muestra la gente.
Sí que es verdad que luego muchas amigas, bueno miento, no voy a decir muchas, un par de amigas intentaron volver a mi vida porque en ese momento no comprendían mi dolor, no sabían que cuando me decían: “Tania, ¿quedamos? Queremos estar contigo, anímate”. ¡Ostia!, ¿anímate? Diego murió un día tres de diciembre y yo tenía que celebrar todas las navidades… ¿Sabéis lo que es celebrar las navidades enterrando a tu propio hijo? Pues yo sí que lo sé, es durísimo. Y “vamos a hacernos la foto familiar que estamos todos…” ¿Cómo que estamos todos? ¡Pero si falta mi hijo joder! Ósea no, no estamos todos. Frases del vivo al bollo… Ósea no, esas frases no me las puedes decir. “Hay que celebrar que estás viva…”
Vosotras sois madres… Yo justo, casualmente hace dos días, antes de esto, del día tres, decía mi madre y mi marido: “Si pasara algo en el parto, Tania, ante todo tú. Tú tienes que estar viva”. Yo decía: “O no. Me siento afortunada de haber tenido una infancia, de haber tenido una vida, de haber dado mi primer beso, mi primer novio, mi primer examen, mi primer columpio, he vivido, soy feliz y he albergado vida, que para mí me parece una de las experiencias más maravillosas del mundo… Y yo decía: “Pues no, yo quiero que viva Diego que yo he vivido treinta años”.
Suele ser una de las preguntas que muchas veces nos hacen cuando estás embarazada y yo creo que la mayoría contestamos eso. Genera la duda. Sin embargo, yo creo que la otra parte que nos acompaña, como no tiene esos sentimientos en ese momento, y corregidme si es así (igual me estoy equivocando), como yo he vivido cerca, no tan cerca, pero cerca lo que pasó, yo recuerdo que tú me venías a la mente… Lo siento, tenía que caerme y al final es muy duro tener que elegir, que decirlo y al final, el que tienes al lado solo vela por: “Yo quiero que estés bien”. No ve lo que se siente, pero sufrir eso… Y yo sé, podría decir que viví algo como Patri, el primer trimestre una pérdida, que al final no deja de ser una pérdida, pero bueno, cuando ya estás en esos momentos y pasas la experiencia que tu viviste Tania… Creo que eso es ya el colofón.
Sí que ha dicho algo del infantilismo y yo creo que es algo que hay que recalcar, porque por un lado creo que la sociedad no está preparada para acompañar esto y creo que mucha gente no sabemos acompañar eso cuando pasa. Es complicado estar cerca de una persona que lo está viviendo. Y gracias a eso, por un lado tenemos a Patri que nos va a contar su parte de acompañamiento como profesional y luego a Laura que sé que esta escuchándonos atentamente a la importancia que tienen las asociaciones y al arropo que os hacen. Pero creo que es vital y yo creo que cuando lo hablamos en estos días, tu querías hacer hincapié en que al final parece que hay que decir algo por decirlo en vez de callarte y estar al lado. No sé cómo tu viviste esa parte, cuando decías tuve la gran suerte de que no tengo a ninguna cerca.
Tania: Sí. A ver, también es verdad que yo veo que hay un problema de base en el sentido en el que a nivel vocabulario, es decir, cuando yo oigo a la gente “he tenido una pérdida” parece que la culpa nos la echamos nosotras y yo creo que la historia es que hay que hablar de muerte. Hay que hablar de muerte igual que se habla de vida. Igual que te llegan unas flores cuando nace tu bebé vivo y te llegan y te ilusiona… ¡Ostras!, ¿por qué no mandas unas flores cuando tu bebé nace muerto? Y yo creo que hay que hablar de mi bebé murió, porque mi bebé no se perdió, no son unas llaves, no es un coche que se me ha perdido, es que realmente yo cuando entro en Umamanita y entro en el grupo de comadreo intento transmitir este golpe, porque realmente la muerte es un golpe muy duro para los que nos quedamos vivos. Y cuando entendamos la palabra muerte con toda su magnificencia y con toda su grandeza, entenderemos que este duelo es así de duro, así de incomprensible, así de solitario… Y realmente yo siempre digo y tengo un hashtag “mi bebé murió, no se perdió”; y me encanta trasladarlo, me encanta publicarlo, porque realmente mi bebé murió por la causa que sea, por el motivo que sea, pero no fui yo la que lo he perdido, porque al final, solo nos falta eso, que encima nos pongamos más peso en la mochila de ¿por qué mi bebé ha muerto?, ¿he hecho algo mal?, ¿he hecho algo que no tenía que hacer? Y es muy duro. Entonces, cuando la sociedad no entiende este concepto difícilmente te puede acompañar. Porque yo he oído la frase “pasa página” (que yo le habría estampado en aquella época el libro en la cabeza a todo el mundo que me lo dijo). ¿Pero qué página? Es que el duelo por mi hijo va a durar tanto como yo dure viva, eso es así. Ósea, un hijo te dura toda la vida. Esté o no esté está. Lo que pasa es que sí que es cierto que como ese bebé no le han visto, no le han tenido… Pueden decir que duele más un hijo de 35 años, que duele (todo duele). Un bebé de tres meses duele también, porque al final ya no solamente es el bebé en sí, es la vida, es las esperanzas… Es que una madre yo creo que nace antes que la propia semilla, ósea, ya dejamos de fumar, dejamos de beber, ya empiezas a hacer deporte, empiezas a cuidarte, empiezas a tomar vitaminas, no sé, te empiezas a poner loquísima por ser madre… Ya eres madre antes incluso de quedarte embarazada…
Sí que es cierto que yo recuerdo que me llamaban algunas amigas y me decían: “Tania, ¿quedamos?” Y yo: “Venga, voy a hacer el esfuerzo”. Todo el mundo: “Venga, Tania, queda, no sé qué, anímate…” Claro, ¿qué pasa?, que yo me iba al armario, me cambiaba de ropa, me veía la cicatriz de la cesárea y me quedaba horas llorando delante del armario… ¡Horas! Era incompresible, sí, pero es que no tenía fuerzas ni de escribir un mensaje en plan “estoy llorando tirada en mi casa porque me veo la cicatriz y no veo bebé al que una esto”. Y estos momentos son durísimos y te los callas. Al final, parece que decir lo que sientes o transmitir como ahora tu llanto, tu lloro, tu sentir, está mal visto… Y es que tenemos que sanar estas cosas mucho más de lo que nos imaginamos.
Yo creo que uno de los problemas es ese, que la cosa es callarlos. Como no sé cómo acompañarlos… Pues ya está, no pasa nada. Creo que es la frase que tenemos todos en la boca, “no pasa nada” y siempre pasa algo, aunque sea el tiempo, pero pasa. Entonces, yo creo que hay que darle valor a esas cosas.
Laura, como comentaba al principio, también había tenido una pérdida parecida en cuanto a semanas a Tania. Cuéntanos, Laura, ¿cómo vives todo esto que está contando Tania? Y luego esa parte de apoyo que tenéis hacía las mamás y las familias en el tema de la asociación.
Laura: Pues primero, empatizo con Tania porque además fue la primera persona con la que me encontré como asociación en aquel momento, también, como madre que había muerto su hijo. Y bueno, pues la primera persona con la que nos juntamos mi pareja y yo para poder compartir con otras familias que habían vivido una experiencia parecida.
En nuestro caso, en la semana 39, nuestra hija Iris que era nuestra primera hija, fuimos a una ecografía también porque no se acababa de colocar de cabeza, estaba de nalgas y era para valorar la posición de nalgas si era óptima como para hacer un parto vaginal de nalgas o si había que poner una fecha de cesárea. Además, había un poquito de no tabique completo uterino, yo tenía un trocito de tabique que dificultaba el que la niña también pudiera hacerse la tercera alternativa que era la inversión, la vuelta, el girar a la bebé. Entonces, cuando llegamos a esta ecografía, como decía Tania, por eso digo que empatizo también en muchas cosas, yo también la noche de antes importancia restada total en la intuición y la escucha a las mamás y a los papás. Sobre todo, a la mamá porque lo estamos sintiendo. Y esa parte no es feminismo ni machismo, es naturaleza pura y dura y el bebé está dentro.
Yo ya el día de antes la notaba como más tranquila. En mi caso, recuerdo una anécdota entre muchas que nos van pasando y que seguro que Tania le están viniendo la cabeza también por las fechas… Además de decir: ¡Ostras! Tengo que acabar hoy. Yo ahora estaba escribiendo un libro y cosiéndole texturas, telitas de fotos, de cómo nos habíamos conocido su papá y yo, de cómo la esperábamos, las ecografías… Y ese día era como: ¡Ostras! Tengo que terminarlo. Y estaba como más tranquila, pero es verdad que siempre que íbamos a las ecos el día de antes, o al menos eso me contaba yo en ese momento… Siempre estaba más tranquila.
Entonces, pasamos la noche. Cuando llegamos por la mañana, por la noche se había movido, pero quizá eso no… Más otros movimientos más lentos, pero bueno, yo decía “el último trimestre. También tendrá menos espacio”, y bueno, no le di importancia a pesar de que yo además había tenido también un sueño en el que yo pedía ayuda, pero es verdad que no me sentía mal, no fue un sueño angustioso. Entonces, cuando llego por la mañana a esa ecografía, pues entramos, después de esperar un ratito afuera ya sentí como que iba siendo nervios y cuando pusieron el ecógrafo tampoco había latido y así nos lo transmitieron, yo quise no escucharlo y pedí que me lo repitieran varias veces, pero también lo estaba viendo y escuchando. Se me cayó la vida también, se me derrumbó todo, todos los sueños, todos los ideales, esos bebés que concebimos ya desde que los deseamos con la pareja… Y ahí nosotros pedimos un tiempito para salir del hospital y pensar, porque entré también un poco en pánico, en shock, en haber perdido la ilusión por continuar o el rumbo de ¿ahora qué?
Yo venía aquí un poquito haber cuando recibía a mi hija viva en los brazos y de repente pasábamos a saber que Iris no tenía latido, y que se iba a llevar a cabo el parto del nacimiento de Iris sin vida, para el cual, por supuesto, no estábamos preparados; y creo que nadie, por lo que hablaba también y rescato de Tania, la importancia de hablar de la muerte en esta sociedad. Nadie estábamos preparados ni estamos, no solo para hablar de la muerte, sino mucho menos para recibir a nuestros hijos sin vida cuando lo que se espera justamente es un nacimiento con vida o eso nos han contado. Parece que solo morimos cuando somos mayores y despedimos a los abuelos.
Pues a partir de ahí empezó el proceso de dilatación, de parto y de nacimiento. Había sido un embarazo tan bellísimo la verdad, he de rescatarlo y doy gracias a eso, porque la conciencia de esos nueve meses ya es una historia de vida para nosotros con Iris. Y no solo el desearla, sino todas esas vivencias, todo lo que sentimos, el estar luego con ella una vez que nació (también nosotros estuvimos con ella y pudo pasar algún familiar también en el hospital), todos los recuerditos que pudimos llevarnos… Yo también pedí como Tania: “Por favor, quiero que me la pongáis en el pecho y quiero que quien tenga un móvil me haga una foto”. Y bueno, pues tenemos todos esos recuerdos y para nosotros el momento de encontrarnos con ella, y para muchas familias con las que hemos compartido como asociación, es el momento para que la (inentendible 27:12) se encuentre.
Ese olor, ese momento, ese sentimiento, ese compartir con nuestros hijos, aunque ya no estén vivos, pues porque no respiran, porque no hay latidos en su corazón, es único. Todavía puedo cerrar los ojos y sentirlo. Incluso el olor a veces de la cajita de recuerdos. A partir de ahí, para nosotros, además, profesionalmente yo en el embarazo, como trabajo en atención temprana y en aquel momento además acompañaba amuchas familias de prematuros en UCI, en el hospital, me tocaba la parte de los bebés que a veces continúan, porque muchos mellizos, gemelos, embarazos prematuros que a lo mejor solo sobrevive uno, a veces no sobrevive ninguno, pero me tocaba acompañar esa parte de la familia y del bebé que continúa. Entonces, no me había planteado que me fuera a pasar en el embarazo que mi hija muriera. Me había planteado por mi trabajo que podía tener síndrome de Down, que podía tener autismo, que podía haber una parálisis cerebral, porque durante el parto se complicara algo, pues lo que yo conocía, pero no me habían hablado ni yo conocía, ni me había hecho a la idea o no quería de justamente lo que vivimos. A partir de ahí también me apoyé, no solamente nos juntamos con Tania, hay otras mamás, también Beatriz de ARAPREM de la asociación de prematuros. Además de ese primer encuentro, también, fuimos a “Brisas de mariposas”, asociación aragonesa que hoy continúa haciendo también acompañamiento. Sobre todo, ellos se juntan las familias mensualmente o cada mes y medio. Y Umamanita que me ayudó mucho también.
Yo en las noches no podía dormir porque además de vivir esos entuertos y estar preparada naturalmente para escuchar a un bebé que llora y darle el pecho, pues para mí era un infierno despertarme y realmente que mi hija no estuviera viva. Entonces, me dedicaba a leer y asociaciones de artículos y papás que habían pasado por esto y me aliviaba bastante el sufrimiento. No el dolor, el dolor continúa siempre. Creo que lo que hacemos o lo que yo he sentido con mi pareja, lo que nosotros hablamos es que lo vamos transformando en que ya no sea sufrimiento, que no nos siga hiriendo. Yo me comprometí a que quería seguir con la vida y lo que hacemos con respecto a este dolor es recordarla, por supuesto, cada día. También, integrarla para que sus hermanos conozcan el orden familiar, el sistema familiar completo, pues está completo cuando nombramos a Iris.
Fuimos buscando y encontramos la red del Hueco en mi vientre después de contactar con Umamanita. Fuimos a Santander y bueno, estuvimos con ellas y nos encantó. Era a nivel estatal y poco a poco consideramos que destacamos de nuestra asociación, de la red del Hueco de mi vientre (digo nuestra por la colaboración que tenemos, pero nuestro somos todas las madres, padres y familias que hemos pasado por esto), nos gustó mucho que trabajaban muy mano a mano, codo con codo con los profesionales y nosotros veíamos ahí que una de las situaciones que hoy también visibilizamos, además, de poder hablar de todos nuestros hijos vivos y muertos, es también trabajar, apoyarnos y acompañarnos con los profesionales para que ellos también reciban formación. Porque hablábamos del dolor, de poder hablar de esto con los amigos, pero también los profesionales a veces al dar la noticia muchas veces utilizamos un lenguaje, que cuando una vez lo hemos dicho, ojalá pudiéramos echar atrás, algunas personas igual no, pero rescatar esa parte también de que yo simplemente intento pensar que, si nos ponemos en el lugar de la otra persona, yo tampoco sé cómo lo hubiera hecho si no me hubiera pasado. Entonces, dentro de esas personas, que es verdad que tenemos más tacto y menos tacto, pero está claro, por las madres, los padres y los profesionales que estamos en ello, que hay una forma más patológica de acompañar que nos lleva más a la patología ya que sentiste, el sufrimiento, el duelo en sufrimiento y otra manera que nos lleva más al amor, a ir encontrando luz, a ir encontrando fuerza para continuar. Desarrollar incluso proyectos muy creativos, porque es un dolor tan profundo, tan intenso que luego, bueno, pues salen también historias de vida muy creativas.
Entonces, para eso tiene que haber un acompañamiento inicial y como conocemos las cosas que son más saludables, pues al menos que en todos los hospitales, que en todos los espacios, porque luego está el tema del registro, de funeraria, un horror la historia a la que te enfrentas, yo no tenía ni un cementerio familiar, claro, estás cosas actualmente ni las hablamos en familia, entonces, que todo esto se lleven a cabo, protocolos…
También, estamos con el boceto de ley de los bebés que fallecen, para que cuando nos ocurra seamos profesionales, familiares, amigos o cualquier persona social, sepamos cual es la manera más saludable y vayamos ofreciendo a la familia en el parto, nacimiento, etcétera, esas y sepamos acompañar de la manera que quizá les vaya a ayudar a tener un duelo más saludable. Dentro de eso luego la familia puede elegir. Hay familias que pueden decir que no a algo que le vayamos ofreciendo en el momento de la noticia del parto. Y lo mismo con los amigos. Pero sí que hacer unos protocolos lo más saludables posibles de lo que ya conocemos que va pasando.
Por otro lado, la parte solidaria de la red de Un hueco en mi vientre es que también hacemos hincapié en no quedarnos en el victimismo; ni en el sufrimiento ni en el victimismo. Quiero decir, cada familia tiene su historia y sus vivencias dolorosas, pero sí que conocer que esta hay que nombrarla y que también existe y que además tiene un momento muy expansivo a nivel social, porque afecta a la mamá la primera, pero también al papá. El tema bajas paternales que no tienen, afecta a los familiares, a los abuelos… Ósea, todo el mundo “se ha muerto un bebé”, pero también en el trabajo que te han visto embarazada, hay gente que ha empatizado mucho con ese embarazo, con ese bebé… Pasan muchas cosas que no nos damos cuenta que estamos ignorando sin hablar de este tema, entonces, aquí en la red también, pues las mamás inmigrantes que vienen en una patera… Ósea, demos un poco de visibilización a todo esto… De personas sin contrato y que siguen embarazadas hasta el final porque no quieren perder el trabajo… Bueno, muchísimas circunstancias para que no nos quedemos tampoco solo en la nuestra, sino que nos unamos en red las familias y la sociedad para mejorar este acompañamiento a estas vivencias.
Un poco desde ahí es donde estamos nosotros, ya te digo, coordinando en Aragón la red de Hueco en mi vientre, pero siempre unidos al resto de asociaciones, que hay muchísimas a nivel nacional. Yo destaco la red Umamanita, y en Aragón en concreto, si alguna familia lo necesita, está también Brisas de mariposas. Nosotros nos dedicamos más, sobre todo, a juntarnos con familias y con profesionales a la vez para que nos escuchemos los unos a los otros también como hemos vivido esas historias, y por otro lado, a ese primer encuentro personal con esas familias que es su hijo o su hija ha muerto en etapa perinatal.
No sabes la gran labor que hacéis, porque poder tener esas dos versiones y sobre todo que se escuche a las familias como la han sufrido, como la han vivido…
Yo sí que hay una cosa que habéis dicho, en tu caso, Laura, quizá al hablarla haya podido pasar por alto, pero has dicho “cuando he pasado a la fase de dilatación”, ósea, hay que parir a ese bebé… A parte de que lo tienes que parir, entiendo lo que decís, después viene un postparto que no es el que esperabas, que nadie te ha hablado de que puede pasar eso, de que no estás preparado de ninguna de las formas y que encima, pues lo que comentáis, papeleos, mal acompañamiento por todos lados…
Laura: Recuerdo a las matronas que nos acompañaron, Flavia y Beatriz, aquí en Aragón. Tuvimos una suerte, ósea fue maravilloso, pero ¿y si no hubiera sido este acompañamiento? Porque en cualquier momento esa dilatación, ese parto, ahora emocionalmente es una bomba, entonces, ese acompañamiento, esa mano que te ponen encima y que te dicen: “mírame a los ojos para no perder la concentración de aquello que habías deseado, al menos en el nacimiento, ese encuentro con tu hija, aunque no tenga latido…”
Como te he dicho antes, para nosotros era tan importante intentarlo. Nosotros estuvimos cantándole a la bebé, ósea, esperándola con ilusión aun sabiendo que iba a ser el único ratito juntos, por eso es tan importante. Pero también después el tener que ir al registro civil y escuchar: “No. No la puedes registrar en el libro de familia porque el bebé no ha nacido con vida. Tu hija no se considera persona”. Porque, además, el término que utilizan en el registro, todavía hoy estamos luchando por cambiarlo, no se considera persona porque no ha respirado 24 horas al menos fuera del útero. Pero ¿los nueve meses anteriores? ¿Perdona? Como no se puede considerar persona a un ser que te han dicho que estás embarazada… Ósea, por lo tanto, ha habido latido y ha sido persona. Entonces, son cosas durísimas.
Tania: Yo recuerdo, Laura, ahora que dices lo del registro, yo recuerdo que cuando nació Sofía, nuestra segunda hija, yo había puesto en el libro de familia el nombre de Diego, la fecha de nacimiento y tal… Me hacía muchísima ilusión que estuviera Diego representado. Bueno, pues cuando fue mi marido, obviamente él fue al registro, no sé el personal (no se le puede llamar persona), el trabajador de turno le dijo a mi marido: ¿Oye, pero y esto? Dice: “Bueno, nuestro primer hijo falleció…” Se lo rompió delante de sus narices y le dice: “Ahora mismo te tienes que hacer otro nuevo porque esto no vale”. Ósea, ni siquiera tuvo la deferencia de decir: “Mira, esto no es válido por ley, por lo que sea, guárdatelo, llévatelo a casa…” No. Se lo rompió… ¿Y eso cómo te lo callas? Porque ya no es el duelo de tu hijo sino la sociedad que hace que cada vez te golpee otra vez ese dolor. Ya te digo, no era una persona, era un trabajador de la administración pública que tuvo el detalle de romper delante de mi marido un libro en el que habíamos puesto el nombre de mi hijo. Entonces, ya solo eso… Ósea, hay que luchar tanto por los derechos de estos niños y de las familias al final.
Yo sobre todo quiero escuchar, que aún no hemos escuchado a Patri, esa parte de acompañamiento, esa parte de fases de duelo, ese cómo lo viven o cómo podéis acompañar a mí que me parece una labor extraordinaria. También os tengo que decir que yo hasta hace un momento estaba llorando, intentando controlarme, no podía… Y yo valoro tanto que seáis capaces de contarlo con esa entereza y que Patri desde su posición profesional lo pueda escuchar. Que os admiro no sabéis cuánto.
Cuéntanos, Patri, ¿cómo podéis acompañar o como se lleva este sufrimiento?, ¿cómo lo llevan las familias?
Patri: Bueno, lo primero, dar las gracias a vosotras, a estas tres mujeres tan valientes, tanto por contar vuestras historias y mostrando toda vuestra vulnerabilidad y por mostrar vuestros sentimientos. Así que gracias porque estoy segura de que alguna mamá, algún papá os está escuchando y se siente un poquito mejor dentro de todo ese dolor debido a la comprensión que provoca escuchar a otras personas que han pasado por la misma experiencia.
Quizás remarcar que lo que nosotros hacemos a nivel profesional puede ser tanto acompañamiento en uno de los dolores más complicados que existen. Si os fijáis, existen palabras y nombres para denominar cuando fallece tu pareja, cuando fallece un padre, pero para cuando fallece un hijo ni siquiera existe una palabra. No existe representación de lo complicado y lo difícil que es. Y qué es el dolor de los más intensos que pueden llegar a existir. Aquí lo han nombrado muy bien Tania y Laura.
Es que es muy complicado. Yo no sé, evidentemente, creo que tanto Laura como tu Tania, supongo que necesitaríais un acompañamiento a nivel psicológico.
Tania: Si yo te contara…
Mira, yo recuerdo que estuvimos buscando y nadie nos supo… Si que hubo una matrona en la Montecanal con la que yo luego he tenido relación que es maravillosa. No entendía mucho, pero al principio sí que es verdad que ella nos ofreció su cariño. Luego cuando salimos de nuestro seguro privado nos pusieron en contacto con un psiquiatra directamente. Ese psiquiatra cuando fuimos mi marido y yo, nos sentaron en la sala y le estuvimos contando lo que había sucedido… Se echó a llorar él… Yo dije: ¡Ostras!, flípalo. Si te echas a llorar tu ¿cómo me vas a ayudar a mí? Te entiendo, pero tu tendrías que guardar la compostura, que la que estoy sufriendo soy yo. Entonces, directamente nos fuimos; no encontramos a nadie. Sí que es verdad que estuvimos con el doctor Alex Dantart que en ese momento me dijo: “Yo no estoy especializado en duelo perinatal porque ni en la carrera hablamos de este tipo de duelo”. Lamentablemente es un duelo tan inexistente en la sociedad a nivel pensamiento, ósea, la conversación de la sociedad es ésta, pero realmente pasa.
Los datos que nos puede aportar Laura seguramente o tu Patricia, hay un alto grado de muerte en la natalidad. Yo recuerdo que yo decía, pero ¿esto cómo puede ser? Y me dice no, no, es que claro, lo que tu comentabas, no hay una palabra que decir de semejante dolor para esto y ojalá nunca nadie acote con una palabra el dolor que siente una madre al ver morir a su hijo. Entonces, bueno, sí que estuvimos intentando hacer varias sesiones. Él me pedía que abriera un poco la mano, que intentara entender a los demás y realmente me salió fatal esto de intentar entender a los demás, porque yo creo que en ese momento eran los demás los que tenía que haber intentado entenderme a mí. Yo intenté entender a los demás y no entendía nada, con lo cual, me fue fatal. Se empezaron a romper relaciones, se intentó tener la vida de antes… Es que mi vida ya no era la de antes, ósea, yo era como los Pokémon, yo había evolucionado a una cosa que no sabía ni siquiera que era y nadie sabía verme en ese momento.
También es verdad que luego han pasado ocho años desde que murió Diego, yo he evolucionado como persona, sobre todo he evolucionado mucho el año pasado, porque yo a nivel social me había encerrado mucho. Entré a una red de empresarios en BNI y me han abierto las puertas de su corazón y de todo. Estoy haciendo un máster de desarrollo personal y hace tres semanas he vuelto a abrazar, ósea, yo hacía ocho años que no le daba un abrazo a nadie, porque yo cuando cogí a mi hijo por primera vez le abracé con mi brazo derecho y eso lo equiparo siempre como cuando vas a ver a Bon Jovi, que te besa la mano y no te la quieres lavar jamás… Pues en mi mente y en mi cuerpo yo tenía establecido que ese abrazo era para mi hijo Diego. Yo abrazaba a mi hija ¡eh!, pero abrazos a gente, a mi madre… Incluso, a mí la pandemia me vino fenomenal, en el sentido de que todo el mundo no se podía abrazar, no se podía tocar. Me dije ¡de coña!, porque yo no tengo que estar ofreciendo cariño cuando realmente no estoy preparada… Y hace dos semanas empecé a abrazar y todo el mundo lo sabe.
Ahora todo el mundo a darle abrazos a Tania.
Tania: Con control ¡eh! No aguanto mucho tiempo. Pero vamos, sí que es verdad que como tú dices, ese acompañamiento a nosotros nos faltó y ese duelo podría haber sido mucho más sano si te hubiera tenido a ti, por ejemplo. Hace ocho años me hubiera resultado maravilloso, Patricia, te lo juro de verdad.
Te puedo decir, Patri, que cuando yo hablé ayer con Tania le dije: “Va a estar Patricia Valiente”. Me dice: “Pero ¿quién es? ¿Cuándo? ¿Cómo?” Yo en ese momento me quedé como ¿por qué me está haciendo estas preguntas? No lo entiendo. Ahora entiendo el por qué. La necesidad de acompañamiento en ese momento y no haberlo encontrado.
Patri: Sin duda cada vez somo más profesionales formados en psicología perinatal, en duelo gestacional y es importantísimo una especialización concreta para poder acompañarlo como se merece. Sin duda siento que no tuvieras aquello que necesitaste. Y bueno, animar a la gente que lo necesite que cada vez somos más.
Y que busquen esa ayuda
Patri: Sí.
Tania: Pásame tu teléfono, todo lo que tengas. Porque sí que es cierto que yo, al igual que Laura, entro en Umamanita, en ese momento yo estaba dirigiendo grupos de padres aquí en Umamanita, entonces, pasar de ser la que sufre a acompañar el sufrimiento para mí fue un empoderamiento muy importante en el duelo, pero sí que es verdad que me siguen llegando a través de WhatsApp gente que contacta conmigo tanto por mi perfil de Mami Signa que es un proyecto educativo que tengo, como por Flores Hojana. Me siguen llegando mensajes de mujeres que efectivamente sus bebés han fallecido, y claro, buscas. Porque yo ya no estoy en esa fase de acompañar, esto es como todo, tus fases van evolucionando. Ósea, que te las voy a mandar a todas porque realmente también es importante la persona si además ya lo has vivido… Porque a mí que me atienda un hombre un duelo gestacional me tira un poco para atrás… Porque al final esos loquios que decía Laura, eso solo los puede entender una madre que ha vivido esto. Entonces, que te diga “mira, es que tengo loquios…” ¡Ah, estupendo! Pues nada… No. O lo has vivido o no sabes lo que te estoy contando; esa dureza… Pero bueno…
Sí. Está claro.
Creo que hemos tocado todas las experiencias que habéis contado, lo dura que es, pero ambas habéis tenido bebés después. Tú hablabas de esa parte de miedo, de no sé si soy yo o mi cuerpo lo que genera esto y va pasar esto, si esto me va a volver a pasar… Cuando os planteáis una segunda maternidad, ¿que os pasa por la cabeza?
Tania: Yo la verdad es que no me quedaba embarazada ni a tiros; era una cosa espectacular… Así que yo soy la niña de la salpingografía. Ósea, si alguien tiene duda que lo busque. Mi ginecóloga alucinaba. Me cambié de ginecólogo obviamente… A mi luego me llegó el maravilloso Tito, Néstor Erraif, tuvo muchísima paciencia conmigo. En el quinto mes de embarazo que yo seguía viendo casos de fallecimientos de bebés por incompatibilidades con la vida me dijo: “Tania, para. Para porque estás haciendo tuyos todos estos casos que puede que tu bebé no tenga”.
Lo único que nosotros queríamos era no saber el sexo del bebé. Le llamamos “bebelín”. Hasta que le bebé no nació y se meó encima de mí, no hubo manera. Sí que teníamos claro que yo no quería parto vaginal, yo no quería llegar a la semana 38 ni loca. Para mí la semana 38 la gente está super contenta… Yo la semana 38 estaba temblando. Dije: “Esto sale antes como sea” y me hice una cesárea. Sí que fue un riesgo, pero fue una decisión totalmente personal.
La verdad es que el embarazo lo viví con mucho esplendor, con mucha conciencia, con muchos miedos, pero en cuanto me quedé embarazada yo a los más allegados se los dije, porque yo quería vivir la vida desde el minuto uno. Ósea, “cuando se pasen los tres meses lo digo que ya es seguro…” ¿Que ya es seguro? “Cállate, espérate al último trimestre que lo vas a flipar…» Ósea, que es que el bebé está ahora, tienes que vivirlo ahora y disfrutarlo ahora. Mañana igual no está o igual no estás tú… Jo es que te pilla un autobús y ya no estamos aquí ninguno. Entonces, yo decía hay que vivirlo ya. Lo viví muy plenamente desde el primer momento. Sí que es verdad que cuando saqué la ropa de Diego, pues todo el que me sigue en redes a través de mi perfil personal me dieron mucho cariñito, mucho apoyo y eran más de tres mil personas las que me seguían, ósea que tuve mucho apoyo durante el embarazo, pero bueno, lo viví con calma.
Luego ya cuando nació Sofía lo viví muy empoderada, te quiero decir, a mí me decían en el hospital: “¿Pero esta niña no tiene ropa?” Digo: Pero ¿para qué hace falta ropa? Piel con piel. “Hay que lavarla…” Pero no está sucia, vamos a ver… Entonces, yo con Sofía es que he sido de verdad mamá samurái, ósea, es que no se me ha puesto nada por delante. Ha sido maravilloso todo lo que Diego me ha enseñado. Yo no sabía lo que era la crianza con apego, no sabía lo que era el no llevar a tu hijo de la cuna a su cuna con cuatro meses… Yo decía, porque te marcan tantas cosas siendo primeriza, o yo no era tan consciente, igual sí que es verdad que fue fallo mío, pero luego me he dado cuenta de que hay un mundo y me lo ha enseñado Diego.
Yo sí que quiero cambiar una palabra, porque no creo que fuese fallo tuyo, sino que al final, la sociedad quiere que lo hagamos de esa forma. Porque al final el tema económico importa mucho… Así como nota…
Yo sí que quiero preguntar una cosa a Patri, porque me ha parecido importante y creo que bueno, yo iba por esos tiros. Cuando tú has dicho: “No quería que llegase a la semana 38”. ¿Qué Patri?
Patri: Este tipo de emociones y de sensaciones en un embarazo tras una pérdida son muy comunes. Lo ideal a veces es dedicarse un tiempo para hacer el duelo por el primer bebé; por el bebé que ha muerto. Y luego ir a por ese embarazo lo mejor posible para, como ha comentado Tania, poder vivir la vida. Lo que a veces vemos es que por el motivo que sea, no sucede así; no siempre se llevan esos pasos. No siempre se labora el duelo del primero y de repente llega el segundo. Y bueno, hay que decir que es muy importante el acompañamiento porque el manejo de los miedos, de la culpa, la angustia, es verdaderamente alto. El no querer saber el sexo del bebé o no ponerle nombre son defensas al fin y al cabo para protegerte de esa posible pérdida que ya sabes que puede suceder.
¿Por qué?
Porque lo has vivido. Y ahí creo que muchas mamás se pueden ver identificadas también con esos sentimientos comunes a la pérdida, a la inocencia que se dice, que ha nombrado también Tania.
Sí que es verdad que un poco lo que decías, al final, tienes que tener esos muros porque has tenido un problema ahí.
Hace poco tu compartiste una historia que a mí me hizo pensar mucho y sí que es verdad que yo creo que es algo que, a la sociedad, y espero que no seas a la única que le choque, por favor… Nos choca porque no te han enseñado a vivirlo así y porque te han enseñado a callarlo, porque como ya no está… Yo recuerdo siempre la frase de coco: “Lo que no se recuerda al final desaparece”, y compartiste en el cumpleaños de Sofía una foto en el que había un regalo y ponía: “Diego”. Eso a nivel social, a lo poco que nos enseñan a hablar de la muerte y a lo poco que nos enseñan a las relaciones sociales a estos niveles, a mí me chocó, pero me pareció tan bonito. Un poco lo que hablabas, el darle el lugar a ese bebé en la familia, en el árbol genealógico. ¿Cómo vive eso Sofía? Yo sé que Sofía es consciente de que tiene un hermano, porque lo he visto, lo ha transmitido con la mayor naturalidad que tienen los niños y es maravilloso hablar con ella de eso. ¿Cómo vive Sofía esos momentos en los que se habla de Diego? O que de repente pasa, como es su cumpleaños y recibe un regalo de Diego.
Tania: Como ha dicho Laura, nosotros igual que ella, somos muy conscientes de todo y le hemos dado el lugar que le corresponde. Sofía lo vive de una forma super natural. Tenemos las cenizas de Diego en casa, las tenemos en un botecito con un angelito y lo tiene ella en su armario, porque ella lo guarda allí con sus muñequitos, con sus angelitos…
Nos pregunta la idea de cielo, infierno y todas estas cosas. La verdad es que la tenemos como más en un plano más enérgico, más de acompañamiento, de almas y tal, ósea, no hemos querido hacerle alusión de una cosa u otra, si no como más o menos lo sentimos nosotros. Y está muy presente.
Sobre todo, ella lo que quiere es tener un tatuaje como el mío que ponga Diego, quiere que yo me haga otro con su nombre y lo tiene muy presente. Lo que pasa es que sí que es verdad que Sofía, yo recuerdo una vez que, en el colegio con tres años, como que todos sus compañeritos empezaron a tener ese segundo hermano…
Me decía: “Mami, yo quiero un hermanito”.
Y le decía: “Sofía, tú ya tienes un hermano”.
Dice: “Que sí, que sí, el tato Diego, pero yo no quiero un hermano del cielo, yo quiero un hermano en el suelo…”
A mi esa frase con tres años que tenía me desmontó la vida. Yo es que no he querido tener más hijos. He parido un negocio y yo con eso ya me doy por satisfecha. Entonces yo le dije: “No, no, mira Sofía, esto está así”. Y ella la verdad que lo tiene siempre muy presente. De hecho, el sábado vamos a comer por el cumpleaños de su hermano, le lanzaremos un globo. Lo tiene muy presente.
A Sofía lo que le choca es la sociedad, a Sofía lo que le choca es lo de fuera. El día que tú me dices que publicamos ese… Es un llamador, es como una cosita de cristal que se cuelga en la cortina y cuando le da la luz, incide y hace como efectos de arcoíris. Ella es un bebé arcoíris, se llaman así a los niños que nacen después del bebé anterior que fallece. Me decía: “Mamá, me lo ha traído el tato Diego”. Digo: “Pues claro que te lo ha traído el tato Diego”. Date cuenta, es que ellos fabrican un montón de historias y pues alguna te tiene que llegar, y la historia fue que cuando se lo dimos, una persona en mi casa, que estaba en ese momento en mi casa, no voy a decir quién es, hizo un bufido… Todas estas cosas te siguen doliendo, porque personas tan cercanas que hagan un bufido a un regalo tan maravilloso que mi hija lo acoge como algo tan importante, de su hermano, que lo tiene presente… Y, además, ella dice: “Mami, el tato también va al cole, ¿no?” Digo: ¡Hombre, claro! Va al cole. Espérate, digo, con ocho años (está dando la batalla. (inentendible 54:23)). Ósea, ella lo tiene como que va creciendo, va con nosotros y va a estar siempre presente. Y: “Mamá, si estuviéramos aquí con el tato Diego, estaríamos jugando verdad?” Digo: “Claro”. Ella lo tiene muy presente, lo que pasa es que, en el colegio, en situaciones fuera, lo ven muy raro porque ella dice: “Mira, esta mariposa me la ha traído mi hermano”. Y las maestras me preguntaban el año pasado: “Oye, ¿esto cómo lo gestionamos?” Y digo: ¿Cuántos años tienes?, porque que lo sepa gestionar una niña de cuatro y no tú… Flípalo… Si mi hija dice que le ha traído una mariposa, pues le trae la mariposa su hermano y punto. Hay que normalizar estas cosas, porque parece que esto es muy raro.
Sí. Sobre todo, yo quería que dieses ese punto de vista por eso, porque como a nivel social no se habla, no se visibiliza, no se dice… Ni siquiera por lo que decíamos, en el embarazo nadie te dice que te puede pasar eso, porque yo recuerdo que Sofía tiene la misma edad que Mía y claro, lo de Diego fue antes, lo que decía, lo tuve muy presente en mi embarazo. Era como: ¡Guau! Esto es posible, esto puede pasar. Pero la mayoría de las mujeres no se lo plantean, pero porque nadie te lo dice. Hay veces que no se plantean ni siquiera en dar pecho o no también es verdad… No sé, creo que al final lo que recibimos de la sociedad simplemente es producto: hay que tener el mejor carro, el mejor… Pero luego no consideramos que lo mejor es cómo estemos nosotros y cómo lo vivamos. No sé si en ese estéis de acuerdo conmigo, Laura, a ti que no te veo la cara…
Laura: Voy rescatando cositas. En nuestro caso, por supuesto, cada embarazo lo que hemos aprendido es la importancia de vivir cada uno y cada historia dure lo que dure, porque al final, lo vamos a recordar por esos sentimientos, por esas emociones y por la intensidad con la que lo hemos vivido. Por sí dura nueve meses o dura 90 años. Entonces, para nosotros el siguiente hubo miedo, inseguridades, claro que sí, sobre todo porque, además, cada semana que pasaba la gente era como que: “bueno, ya está…” Si mi hija además murió en la 39, a término. Ósea que yo hasta que no la tenga en brazos realmente esa parte va a estar y es natural y va a aparecer también. Lo que sí que intentábamos Miguel y yo era que no nos pudiera la parte del miedo y la ansiedad y que disfrutáramos también de cada embarazo.
Yo he tenido tres después y cada uno ha sido una historia diferente. También nos han ayudado a ir sanando cosas que ocurrieron en el primero con otra conciencia. Como decía Tania, aprendemos muchísimo y a veces nos pasan cosas tan importantes y tan fuertes en la vida como para aprender. Hemos aprendido mucho y sobre todo hemos insistido en que cada embarazo fuera único… Intentar que la alegría le pudiera un poquito y la ilusión a esa inseguridad y ese miedo que están. Además, con cada uno hemos tenido un final, un parto diferente y con esos “aguantar el aire” también en todos, porque al final, en todo nacimiento, en todo embarazo, hay vida, hay amor, pero hay también riesgos y eso está en la vida. Igual que el que está en casa, o de viaje… Entonces eso por una parte y por otro lado nosotros también les hablamos desde el principio con naturalidad. Lo que no hacemos nunca es ir más allá de lo que ellos necesitan saber; al menos nosotros con nuestros hijos. Esto es súper personal de cada familia. Lo vemos también cuando acompañamos a familias y ya no hablamos de revisión o no es (inentendible 57:56), si no de responder a los niños lo que ellos te están preguntando. Poder escuchar lo que ellos necesitan también, saber en cada momento, en cada etapa y en cada edad en la que están, porque cada momento de desarrollo pueden o no digerir las cosas de una manera o de otra, y entregárselo, luego ellos lo van colocando. Nos enseñan a nosotros… El resto de hijos nos están enseñando también a cómo vivir la muerte y a como colocar a todos los hermanos en su lugar y darles espacio.
Nuestro hijo, por ejemplo, siguiente a Iris, el segundo, el otro día le dijo a un vecino cuando nació aquí el chiquitín, el bebé, le dice: “¡Ay! ¿Ya vas a ver al hermano? Ya sois tres, ¡eh!”. No. Nosotros somos cuatro. Para nosotros como decía Tania, no solo como familias que acompañamos, sí no primero como madre que mi hija murió, es una alegría que mi hijo lo entienda de esa manera. Primero, porque le da salud a él, segundo, nos da como familia y después a la sociedad. Ayuda a visibilizar.
Si, sobre todo que ellos son los que dan esa visibilidad.
Llegamos al final del programa. Gracias, Laura. Gracias, Tania. Gracias, Patricia. Por hablar y sobre todo por traer y dar visibilidad a este tema tan duro.
Muchas gracias y nos vemos el próximo jueves.