Si has llegado hasta aquí, porque tu peque ha tenido un espasmo del sollozo, llevarás un susto de muerte en el cuerpo, muchos padres describen “haber sentido que su hijo se les iba”, tremendo, ¿no?. A lo mejor no te ha pasado, pero te han hablado de ello y llegas aquí en busca de información, sea como sea, sigue leyendo, porque te voy a contar todo lo que necesitas saber.
¿Qué es un espasmo del sollozo?
Son episodios que ocurren tan un golpe, susto o disgusto fuerte. El pequeño se pone a llorar, hasta no ser capaz de coger aire de nuevo, a veces puede ocurrir directamente, tras el susto, sin necesidad de comenzar con el llanto, no son capaces de volver a coger aire para comenzar o seguir llorando.
En este momento de privación de la respiración, se ponen rígidos (lo que comúnmente se llama quedarse “encanado”) y pueden ocurrir dos cosas:
- Que sea capaz de realizar una inspiración, coger aire y continuar llorando.
- Que no sea capaz de realizar la inspiración, por lo que se produce un desmayo (el cerebro desconecta su actividad, para hacer un “reset” y volver a activar los mecanismos de la respiración). Este desmayo durará unos segundos, es autolimitado, después el peque comenzará a respirar y recuperará la consciencia.
Hay dos tipos diferentes
Se puede presentar, durante el desmayo, de dos maneras diferentes:
- Cianótico: la coloración del pequeño, al dejar de respirar, se vuelve azulada. Es la forma más común.
- Pálido: Al dejar de respirar, la coloración del niño se vuelve más pálida.
¿Le pueden ocurrir a todos los niños?
Son más frecuentes en bebés a partir de los 6 meses, hasta niños de 5 años, que se van espaciando hasta desaparecer. Hay un pico de incidencia entre los 2 y 3 años.
Si alguno de los progenitores o hermanos ha tenido este tipo de episodios, hay más posibilidades de que sucedan, ya que existe un componente genético.
¿Hay algo que pueda hacer para evitar estos episodios?
Lo primero que se nos puede pasar por la cabeza es evitar el llanto, el golpe, el susto… pero aparte de ser muy complicado en un niño pequeño, lo ideal es que no recurramos a la sobreprotección, y dejemos al niño libre y con su capacidad de explorar. No, no me he vuelto loca, no hablo de abandonarlo a su suerte, si no, dentro de un entorno seguro, dejarle explorar y continuar desarrollándose, vamos como haríamos con cualquier niño que no tenga espasmos del sollozo.
Y lo segundo, una vez que ya ha tenido lugar el desencadenante (susto, golpe…) realmente lo único que podemos hacer es calmar al peque lo antes posible, para intentar que no llegue al momento de privación y desmayo. Si vemos que se queda “encanado” podemos probar a soplarle en la cara, para intentar que reaccione antes, esto no está comprobado, pero al menos tampoco tiene efectos perjudiciales.
Y si ha llegado al desmayo, ¿tengo que hacer algo en especial?
Tampoco, no es necesario estimular al niño, ni zarandearlo, ni iniciar maniobras de reanimación, son episodios autolimitados, y en unos segundos, volverá a respirar. Debes mantener la calma, aunque sé que es fácil decirlo y difícil hacerlo.
Recuerda, que no dejan secuelas para el niño, y que cederá solo.
¿Cuándo acudir a urgencias?
- Si el bebé es menor de 6 meses.
- Si tarda más de 5 minutos en haberse recuperado.
- Si tras el episodio no tiene un comportamiento normal.
- Si el espasmo no ha sido por un golpe, susto, rabieta…
Sé que la teoría parece sencilla, pero pasar esos momentos, generan mucha tensión y nervios. Sobre todo, recuerda que es importante mantener la calma, aunque por dentro estemos asustados, piensa que es algo benigno y autolimitado.
Marta Espartosa.
Enfermera pediátrica.