Los primeros auxilios son un conjunto de herramientas que nos permite actuar ante determinadas situaciones y ofrecer unos primeros cuidados, hasta que, si es necesario llegue la ayuda especializada o bien llevemos al peque a algún centro médico para que le valoren.
Recordarás, que en la entrada sobre “primeros auxilios, en menores de 1 año”, hablamos de como el desarrollo psicomotor nos ponía en alerta sobre uno u otro tipo de “accidentes” pues bien, en los mayores de un año podemos poner la mirada en las caídas, golpes y heridas. Algunos de estos pequeños, alrededor del año, habrán comenzado a andar y otros lo harán muy pronto, este hito del desarrollo trae consigo una época “entretenida” para los padres.
Y como no es cuestión de cortarles las alas y no dejarles conocer y explorar el mundo que nos rodea, aparte de preparar el ambiente y hacerlo lo más seguro posible, es un gran momento para conocer nociones básicas sobre cómo actuar frente a contusiones y heridas.
Cuando un niño se da un golpe, en el que no hay herida abierta (o puede haberla, pero el principal problema es la contusión) los pasos a seguir son sencillos y están al alcance de cualquiera:
- En primer lugar, socorremos al niño, le intentamos tranquilizar y analizamos donde está el daño.
- En segundo lugar, debemos aplicar frio local. Seguro que podemos conseguir un hielo, y debemos tener en cuenta no aplicarlo de manera directa, si no con una tela, plástico, una muselina… que proteja la piel (la aplicación directa puede producir quemaduras por frio).
- Sí, he dicho hielo, el de toda la vida. Huye de las barritas comerciales de árnica, que están tan de moda, porque el hielo es mucho más efectivo.
- Si la contusión es en una extremidad, brazos o piernas, y el niño tolera estar un ratito quieto, puede ayudar también elevar la extremidad por encima del nivel del corazón.
- Todos estos cuidados van encaminados a reducir la inflamación causada por el golpe, además el frio del hielo nos ayudará también a reducir el dolor.
En el caso de que el accidente conlleve una herida abierta, debemos tener en cuenta lo siguiente:
- Lavarnos bien las manos con agua y con jabón, o en su defecto con gel hidroalcohólico, para disminuir el riesgo de infección de la herida.
- Lavar la propia herida con agua y con jabón, o con suero si no disponemos de lo anterior, siendo cuidadosos si hay restos de tierra o piedras al limpiar.
- Secar con cuidado (gasa o pañuelo limpio, evitando el algodón).
- Si disponemos de antiséptico podemos usarlo. Se recomienda evitar el uso de Povidona yodada en niños pequeños, y el antiséptico de elección en este caso sería la Clorhexidina.
Y como no, si hablamos de primeros auxilios, tenemos que hablar de atragantamientos. Aunque en esta etapa del año de vida, ya hemos superado los primeros miedos en cuanto a la introducción de la alimentación complementaria, los niños pequeños se llevan todo a la boca, y la mayoría de atragantamiento ocurren en menores de 5 años, ya sea con comida, con juguetes o con algún objeto que han encontrado y se han llevado a la boca, cuando no debían.
Igual que comentábamos en la entrada anteriormente citada, si presenciamos un atragantamiento y el niño está tosiendo fuerte, debemos dejarle toser, y animarle a que lo siga haciendo. Si está tos deja de ser efectiva, o ya le es imposible toser, debemos iniciar las maniobras de OVACE (obstrucción de vía aérea por cuerpo extraño), que, para mayores de un año, son las siguientes:
- Realizar 5 golpes inter escapulares.
- Realizar la maniobra de Heimlich (cogiendo al niño desde su espalda, colocamos nuestro puño y nuestra mano encima, en la boca del estómago (debajo del esternón) y haremos presión hacia nosotros y hacia arriba.
- Podemos repetir esta secuencia hasta que consigamos resolver la obstrucción, llegue ayuda especializada, o bien, hasta que la persona quede inconsciente, momento en el que tendríamos que iniciar las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP).
Estos conocimientos, nos permiten, como padres, ganar seguridad y confianza. Es muy fácil, que tengamos que socorrer en algún momento de la vida de nuestros hijos un golpe, una caída, una herida (más bien es muy raro que no nos haya tocado) y actuar de manera adecuada nos puede ayudar a que ese momento sea menos traumático y más tranquilo en general. En cambio, hay situaciones que seguramente nunca os toque atender como padres, como puede ser un atragantamiento, pero en este caso, tener los conocimientos nos puede ayudar a salvar una vida.
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