Que la lactancia no siempre es un camino de rosas, ya lo hemos hablado alguna vez, pero es que a veces, aunque las cosas sean más fáciles, hay momentos para todo. Si tienes a tu bebé pidiendo mucho pecho, o muy nervioso y “peleándose” con la teta, es posible que alguien te haya comentado que puedes estar en una crisis de lactancia.
Si has buscado información acerca sobre esto, puede que te parezca que los bebés pueden vivir … ¡en una crisis continua! Pero no todos los bebés marcan todas las crisis, ni todas las mujeres las perciben con la misma intensidad, así que, sigue leyendo, que te cuento todo.
¿Qué es una crisis de lactancia y/o brote de crecimiento?
En muchos casos estos términos se usan como sinónimos en la literatura. Se utilizan para definir esos momentos en los que los bebés demandan más pecho, relacionándolo grosso modo, con que los bebés necesitas aumentar la producción de leche de la madre, y claramente la manera de conseguirlo es demandar más y más.
Pero te tengo que decir, que este término se utiliza muy ampliamente, y no todos los momentos “de crisis” en los que el bebé demanda más, se agita al ponerse en el pecho, o se pelea contra él, son porque el bebé quiera aumentar la producción de leche, pero… ¿y entonces qué pasa? Te preguntarás.
Pues te cuento, en ocasiones si que se produce este aumento de la demanda con la intención de que la madre aumente la producción de leche, pero hay otros momentos que lo que ocurre son cambios a nivel del sabor o producción láctea, otras veces el acontecimiento viene desencadenado por cambios en los ciclos del sueño del bebé y otras por periodos de aumento de la necesidad de contacto con la madre, como en la ansiedad por separación.
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La segunda noche de vida
Las primeras horas tras el nacimiento, después de un periodo de “alerta” en el que el bebé se encuentra muy receptivo a la hora de mamar y estimular a la madre, empieza un periodo en el que se encuentra más aletargado e irá intercalando periodos. En general suelen estar bastante tranquilos hasta la segunda noche, que para los padres suele resultar muy dura, por la continua demanda y en muchos casos lloros del bebé.
Lo que el bebé está haciendo es guiarse por su instinto y pedir lo que necesita, no, no lo habéis malacostumbrado, no tiene mucho morro, no. Sólo es instinto de supervivencia puro, durante estas horas le ha valido con el calostro, pero ahora quiere más, necesita más, y para conseguirlo, tiene que pedirlo. Si no pide, el cuerpo de su madre no va a producir la leche necesaria. Con este aumento incansable de la producción, suele llegar en la madre “la subida de la leche” que permite al bebé relajarse de nuevo, porque ya tiene barra libre para saciar sus necesidades.
La crisis de los 17-20 días
A veces, cuando estamos pensáis que le vais cogiendo el “truquillo” al bebé y que va estando la cosa más controlada, se acercan los 20 días de vida, y se descontrola todo, ¿qué pasa ahora? Ahora sí, de nuevo, el bebé necesita que la madre aumente la producción.
Para ello, vuelve a demandar constantemente el pecho de la madre, incluso pidiendo tomas cada 30 minutos y llorando si no tiene la teta en la boca. De nuevo, sólo se está guiando por su instinto, necesita más comida y está haciendo lo que tiene que hacer para conseguirla. No, un bebé de 20 días no tiene un cerebro preparado para manipularnos, sólo quiere comer. Puede que veas incluso que regurgita (que echa un poquito de leche, como si estuviese lleno) y sigue pidiendo más y más pecho.
Este aumento de la demanda suele durar 2 o 3 días, pero tanto el día como la noche pueden hacerse agotador. Intenta buscar ayuda si es posible, porque vas a tener que dedicarte al bebé de lleno, y te vendrá bien que te echen una mano con el resto de tareas, o para poder descansar un poco. La parte buena es que cuando el bebé ha conseguido su objetivo, y tú aumentas tu producción, vuelve a un ciclo de demanda más relajado.
A las 6 o 7 semanas de vida
Aquí vuelve a haber otro cambio de comportamiento en el bebé a la hora de mamar, de nuevo podemos encontrar aumento de la demanda, pero además encontramos que el bebé “se enfada” al pecho, se da cabezazos contra el pecho, llora, se pone tenso al mamar y se estira, da tirones… Esto, por supuesto, puede resultar muy incómodo para la madre, además, no entiende bien que ha podido cambiar.
En este caso puede haber necesidad de un aumento de la producción, aunque no suele ser este el principal problema. Hemos hablado de que los primeros días la producción es de calostro, que esto cambia con la subida de la leche y pasa a ser leche de transición, para luego dar paso a la leche madura. La leche no mantiene su composición exacta durante el resto de la lactancia y va cambiando para adaptarse al bebé. Sobre el mes y medio, se sabe que la leche al producirse cambios puede adquirir un sabor más salado, y esto a los bebés puede no gustarles.
Como todo en esta vida, necesita un periodo de adaptación, y en este caso, “la crisis” nos puede durar alrededor de una semana. Después de esta semana el bebé volverá a relajarse y a mamar más tranquilo.
A los 3 meses
Esta suele ser una de las crisis más acusadas, y que más mamás refieren haber transitado. Además, una de las más duraderas… A ver, entonces, ¿qué pasa a los tres meses?
Se producen cambios en la producción de la leche, y el pecho, que hasta ahora ha sido un almacén de leche, se vuelve más eficaz, y ya no necesita almacenar, si no, que en el momento en el que el bebé mama, se desencadena la producción. Aunque somos máquinas perfectas, esto requiere dos minutos y dos segundos, por parte del cuerpo, pero el bebé no está acostumbrado a esperar.
Con su impaciencia, empezará a mamar y al ver que no sale, comenzará a llorar. Requiere un tiempo de adaptación, para que el bebé se acostumbre a esperar para recibir. Esto se suma, a que la madre ya no siente los pechos tan llenos, debido a los cambios de producción, y puede ser un momento crítico para pensar que no tiene suficiente leche. ¿Cuántas veces has oído a tu amiga, vecina o tía decir que a los tres meses ya no tenía suficiente leche?
Esta “crisis” se junta, con los avances del desarrollo psicomotor del bebé, que a los tres meses aumenta la interacción con su entorno y su interés por el mundo más allá de su madre y su pecho, por lo que es muy fácil que se distraiga con cualquier cosa, y la madre lo interprete como una pérdida de interés hacia el pecho. Dar de mamar en lugares más tranquilos, con menos luz y menos ruidos, puede ayudar.
Su primer año
Al año el bebé ya puede comer prácticamente de todo, y debería estar integrado en la alimentación familiar. Pero a veces, cuando llega el año, dejan de mostrar tanto interés por la comida, sin perder interés en el pecho, ¿qué pasa aquí?
Pasa que la velocidad de crecimiento del bebé ha disminuido, ¡no pueden seguir creciendo a la misma velocidad! Por lo que el aporte que necesitan, es también menor.
Muchas familias consultan en este momento, con la duda de si quitar la lactancia para que vuelva a comer de todo, pero esto no es la solución, ya que la lactancia materna se adapta a las necesidades del año de vida, y quitarla solo haría que el bebé tuviese menos aporte nutricional, puesto que no muestra el mismo interés por la comida. Pero es cierto, que en este momento las familias reciben mucha presión, porque el bebé es “mayor” para tomar teta y encima no come.
Alrededor de los 15 y 18 meses, cuando la velocidad de crecimiento vuelve a subir, se vuelve a notar interés por los alimentos.
A los dos años
Si has llegado hasta aquí y pensabas que lo habías visto todo en lactancia… ¡Te faltaba la crisis de los 2 años! En estos momentos los peques tienen muchísimos hitos conseguidos, y se notan más independientes, es la etapa del no y la autoafirmación. A veces, todos estos cambios pueden ser demasiado difíciles de encajar para ellos mismos, y necesitan sentirse de nuevo protegidos y resguardados en la madre. Para ellos la forma de sentirse así es demandar teta, pueden llegar a demandar incluso como un recién nacido.
Como madre a estas alturas, la demanda puede ser demasiado y puede que te sientas agotada, además distraerlos ya es difícil y la negativa puede desencadenar una rabieta. Esto puede durar varias semanas o incluso meses, hasta que vuelve a estabilizarse la demanda.
En resumen…
Como has visto puede haber numerosos cambios a lo largo de la lactancia de tu pequeño/a, como te he dicho al principio puede que notes todos, ningunos, o algunos si o otros no, esto depende de cada mujer y cada bebé. Saber por qué se producen es clave para poder mantener la lactancia, y liberarse de agobios y preocupaciones innecesarias, te ayudará a entender a tu pequeño y adaptarte a las necesidades del momento, sin necesidad de pensar que no tienes suficiente leche. Y tú, ¿has pasado por alguna crisis?
Marta Espartosa
Enfermera pediátrica
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