Los famosos percentiles, son una conversación de parque, que digo yo.
- Hemos ido a revisión con el peque, y oye, ¡percentil 90! Si es que, está comestible. ¿El tuyo cómo está?
- Pues la verdad, no lo sé, mi pediatra y mi enfermera, nunca me hablan de percentiles.
Ojalá, oyese más a menudo esta respuesta. Pero la realidad es que los percentiles es algo que a los padres o les alegra o les preocupa, a veces, sin pararse a pensar que significan realmente.
Y es que, un percentil, no es más que una comparación. Comparar a tu hijo frente a 100 niños sanos de sus mismos meses o años. Veamos un ejemplo, si tu hijo está en un percentil 90 de peso, quiere decir, qué en una comparativa de 100 niños sanos de la misma edad, habría 10 niños que pesarían más que tu hijo, y 90 niños que pesarían menos que tu hijo. En cambio, si tu hijo se encuentra en el percentil 3 de peso, habría 3 niños que pesan menos que tu hijo con la misma edad, y 97 niños que pesan más.
Hay varios puntos muy importantes, que los padres deben conocer de los percentiles:
- Más o menos percentil, no significa que su hijo este más o menos sano.
- No debemos valorar nunca un dato aislado.
- Todos los percentiles son “normalidad”
- Es simplemente, una comparativa.
Y entonces, ¿cómo valoramos realmente si un niño está creciendo bien? Lo que si nos interesa realmente es la curva de crecimiento, es lo que más información nos da a los profesionales. Lo importante es que la curva sea ascendente, y el ritmo, independientemente de en qué percentil esté haciendo esa curva.
En el ritmo de crecimiento entran en juego muchos factores, entre ellos factores que no podemos modificar como la genética, y que influye sobre todo en la estatura (es importante tener en cuenta la complexión de los progenitores a la hora de valorar a un niño), y factores que, si son modificables, como los hábitos de vida y la alimentación, partiendo siempre de una dieta sana y equilibrada.
Espero, que después de conocer que son realmente los percentiles y a que le tenemos que dar importancia, pueda evitaros un quebradero de cabeza cuando nos hablan de un percentil más bien “alto” o “bajo”. Además de mirar un número, os recomiendo que os centréis en ver cómo está vuestro hijo, si está tranquilo, risueño, con ganas de jugar y tiene vitalidad, ya tenemos mucha información de su estado de salud.
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